Resumía yo en la anterior edición el espíritu de los hombres G, es decir de los dueños de Marsans, Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferrán: hombres muy capaces... capaces de hacer fortuna con dinero público.

Y es que hay un momento en el que a todo gestor público le apetece librarse de un muerto al precio que sea, porque lo que distingue al gestor público del emprendedor privado es que el público trabaja con fondos públicos, como su mismo nombre indica, es decir, trabaja con el dinero de los demás.

Desde los tiempos de Carlos Arias Navarro, nadie como los hombre G para sacarle al Estado todo lo tangible: la ciencia de trasportes, empresa en crisis regaladas, subvenciones para reflotar la regalada empresa en crisis y defensa frente a los pérfidos sindicatos (qué malos que son los sindicatos). Y esto con la izquierda y con la derecha, O sea, que, además, son dos empresarios de lo más pluralista.

El arquetipo de esta profunda gestión empresarial llevada a cabo por los hombres G es Aerolíneas Argentinas (ARSA). La SEPI les regala la aerolínea de bandera argentina, lo que les posibilita que el Estado argentino les subvencione los viajes de cabotaje en régimen de cuasi monopolio y, de postre, los españoles regalamos a Marsans 760 millones de euros para echarles una mano en el difícil proceso de gestión.

Y esto es bello e instructivo, porque cinco años después, el tal proceso está en un Juzgado madrileño, con el presidente de la patronal española y su noble socio acusados de desvío de fondos públicos, estafa procesal y delito fiscal. Algo más que adecuados, porque el informe solicitado por la juez a la Agencia Tributaria concluye que Díaz y Pascual defraudaron al fisco español -o sea, a usted y a mí- la bonita cantidad de 100 millones de euros. A eso hay que añadir que el juez argentino ha remitido a su colega española el informe sobre el concurso de acreedores de ARSA, donde se dice que nuestros héroes manipularon el concurso de acreedores de ARSA, es decir, que al delito fiscal hay que añadirle la estafa procesal. Queda el desvío de fondos públicos: estamos en ello.

Bello a la par que instructivo. En cualquier país, digamos normal, si el Fisco le dice al presidente de la patronal que ha defraudado 100 millones de euros, la dimisión sería inmediata. En España no. Y no sólo eso, sino que, además, el informe de la Agencia Tributaria ha sido publicado por Hispanidad y por algún otro medio de Internet... y por nadie más. Periodistas de diarios económicos y de información general -verbigracia, el más vendido de España, El País,  el líder de la prensa económica, Expansión... aunque hay más- tienen en su poder el informe del Fisco, y no han dicho esa boca es mía, ni el director de ABC, Ángel Expósito, qué pena, se atrevió a sacar el tema durante la comparecencia de Gerardo Díaz Ferrán en el casino de Madrid, el pasado miércoles 23. Es decir, que los hombres G de Marsans cuentan con total impunidad mediática, quizás porque sus aerolíneas y sus operadores turísticos, se anuncian con profusión en los medios. Es la ley de la mordaza. Y esto es bello e instructivo.

En cualquier caso, no lo duden: la culpa de la crisis no la tienen los empresarios privados con dinero público: la tienen los perceptores del salario mínimo interprofesional: mucho derrochador es lo que hay.

¿A que es bello e instructivo?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com