Si tienes cáncer de pulmón no parece mala idea que el médico te anime a dejar de fumar de forma taxativa (lo suele hacer mientras el muy miserable inhala el humo de un ducados con elegante exquisitez). Si eres diabético, a los tuyos no les extraña que te prohíban terminantemente el azúcar, sin lugar para el diálogo ni el debate. Si eres alcohólico debes abstenerte de bebidas fermentadas o destiladas con espíritu espartano, sin excepciones. Sin embargo, si puedes contraer el sida, pedirte que te abstengas de actividad sexual fuera de la pareja estable es reaccionario, cavernícola y, sobre todo, homicida, dado que estás propagando el sida y eres el miserable canalla criminal que estás asesinando a miles de víctimas inocentes. Al parecer, dejar de copular no es posible, ni tan siguiera dejar de copular con la misma persona. Eso resulta retrógrado. 

George Bush (qué tipo más estupendo si no se hubiera metido en Iraq) ha dicho algo que es de cajón: contra el contagio del sida, lo mejor es la abstinencia sexual hasta el matrimonio y fidelidad después. Cualquiera diría que el consejo resulta bastante sensato, pero Naciones Unidas se ha lanzado a la yugular, con ese coraje tan propio de las organizaciones internacionales, siempre acostumbradas a pisarle la cola al león cuando está muerto. El antecesor de Bush, Bill Clinton, era mucho más práctico que Bush: no discutía de principios (¡qué pesadez, los principios!) con la ONU: simplemente dejaba de pagarles y les asfixiaba económicamente.

Pues bien, Bush se ha convertido en la diana de la Conferencia de Bangkok, precisamente allí. Por ejemplo, el titular del diario El Mundo es maravilloso: "La ONU arremete contra Bush por promover la abstinencia para luchar contra el sida". Hombre no, lo que Bush propone es la fidelidad matrimonial, el sexo con amor, con compromiso. Lo que propone Bush es lo mismo que el presidente ugandés, Yoweri Museveni, para quien los condones son "una improvisación, no una solución".

Pues no, George, no tienes razón. Escucha a Peter Piot, director de Onusida: "Querer que los mensajes enfocados a los jóvenes para que se abstengan de mantener relaciones sexuales tengan algún resultado frente al retrovirus no tiene ninguna base científica y es poco realista". Siempre he sospechado que la sociedad contemporánea anda un pelín despistada acerca del término ‘científico'. Uno diría que si no copula es difícil contagiarse de sida por vía sexual. Por lo tanto, científico sí que es, palmariamente científico. Más que científico, casi resulta tautológico.

Lo de realista es más apropiado para un funcionario ONU: efectivamente, un funcionario ONU considera que para evitar la pandemia del sida debe ponerse cualquier medio, especialmente la propaganda antinorteamericana, pero lo que nunca debe hacerse es proponer no copular donde no se debe, porque es un concepto sencillo, eficaz, abrumador... pero poco científico.

Así que el documento de Naciones Unidas promueve que "los condones sean de fácil acceso y gratuitos, y que cesen las barreras personales y sociales que obstaculizan su uso". No acabo de comprender a qué se refiere con esto de las barreras personales. Lo de "sociales" lo comprendo mejor (los curas y George), pero lo de personales...

Hay que ayudar a los enfermos de sida, pero es difícil ayudar a quien no quiere ayudarse. En toda la historia de la humanidad, no ha habido una sola enfermedad que se haya superado fomentando la promiscuidad.  Eso sí, a lo largo de la historia, no ha habido una sola sociedad en la que muchos espabilados-depravados no se hayan forrado el riñón violentamente a costa de las epidemias. En el presente caso, los fabricantes de condones, tan subvencionados por el erario público.

Que eso sí que es científico: el erario público. Lo de Naciones Unidas es la medicina del dólar, que puede ser tan preocupante como la diplomacia del dólar.

Eulogio López