Sr Director:
Se habla mucho, a nivel de calle, de la nueva ley sobre transexualidad, en la que se reconoce el derecho de los individuos a elegir su sexo, al margen de la naturaleza. Y el deber de los organismos públicos a respetar, amparar, legalizar, etc. dicha decisión.
Ya de entrada me parece un tanto falaz que niños y adolecentes, sometidos a una información, muchísimas veces deformada, sean capaces de saber qué quieren y qué son, y que se sometan a cambios tan importantes e irreversibles amparados por sus padres y por el Estado.
Pero no era sobre esto sobre lo que quería reflexionar… sino al filo del acontecimiento importante que hemos vivido con la coronación de Felipe VI como Rey de España. ¿Qué hubiese pasado si la Infanta Elena, hija primogénita del Rey Juan Carlos, hubiese decidido que no se siente mujer sino hombre y hubiese solicitado el cambio de sexo que las leyes le permiten, ¿Sería ahora ella, mejor dicho él, Reina, digo Rey de España, ¿Y Froilán, Príncipe de Asturias
¿Y si Don Felipe, hoy ya Rey de España, se da cuenta que no está a gusto con su sexo, que la naturaleza se ha equivocado, y quiere ser mujer, ¿Tendría que abdicar a favor a su hermana mayor ¡Qué lío! ¿No creen
Es más, esperemos que a la pequeña Infanta Sofía no se le ocurra cambiarse de identidad sexual y solicitar el principado de Asturias, porque recuerdo que no se ha cambiado la Constitución y sigue teniendo preferencia el hombre sobre la mujer. Insisto ¡qué lío!, ¡qué inmenso lío!
Ángela Díaz