El riesgo de deflación es más acuciante que nunca Es el indicador adelantado. Pero casi nunca falla. Según el INE, la inflación se situó en marzo en el -0,8%. En términos interanuales bajó una décima. Dice el Gobierno que no existe riesgo de deflación. Pero el dato está ahí. La inflación se sitúa en tasas negativas en términos interanuales. Lo que -por cierto- no impide que los sindicatos exijan incrementos remunerativos de al menos el 2%.
La inflación no se sitúa en negativo por una liberalización de los servicios ni por una mayor eficiencia del sistema. Lo hace porque en un momento de fuerte recesión, el consumo ha caído a plomo. Y los comercios están como locos por adelantar ventas mediante descuentos cada vez más agresivos. La red de Expertos Inmobiliarios también plantea la necesidad de recortes del 40% en el precio inmobiliario. Y eso significa la ruina para muchos promotores. Y para sus bancos.
Deflación es sinónimo de mayor poder adquisitivo y de probables recortes de tipos que suponen una importante inyección de capital.  Pero también se convierte en una espiral especialmente perniciosa de destrucción de actividad y empleo. Si esperando puedo encontrar el mismo bien más barato, no hay incentivo para no posponer la compra. Y ese es un dinero que no circula, una venta que no se formaliza, un bien que no sale de stock, un pedido que se frena. Multipliquen esto por el infinito y a esto se le llama crisis perfecta.