Los cristianos son hombres y mujeres del mundo que viven como uno más. "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
Esta máxima debería haber servido durante todos los siglos de historia de la Iglesia, porque es la enseñanza de Jesucristo. Sin embargo en el momento de la cristianización del Imperio Romano se cae en la trampa de mezclar a la Iglesia con el poder. Ya el papa Gelasio había advertido: "La Iglesia tiene autóritas pero no potestas". La autoridad debe tenerla por su propio ejemplo, no porque nadie se la dé de modo gratuito. Pero el poder debe quedar siempre en manos del Estado.
La confusión de estos dos conceptos ha producido muchos disgustos. En el último siglo esta ha sido la doctrina clara, especialmente después del Concilio Vaticano II, y la Iglesia expresa nítidamente cuál es su función, que nada tiene que ver con el gobierno temporal de las personas. A pesar de eso hay quien no quiere entender, especialmente los de signo totalitario.
Jesús Domingo Martínez