Aunque los vaticanólogos se empeñen en lo contrario, la reforma de la Iglesia no es la reforma de la curia, sino de los fieles. Y el futuro de la Iglesia en España tampoco pasa por las quinielas sobre quién será el sucesor del cardenal Rouco Valera al frente del Arzobispado de Madrid y de la Conferencia Episcopal.
Ojalá se tratara de una fruslería de esas características, que sólo sirve para que los odiadores profesionales -vaticanólogos, claro está- de Rouco exhiban su mala crianza y para que algunos colaboradores de Rouco intenten preservar sus intereses con su sucesor. De ahí las quinielas sobre si va a ser Cañizares, Osoro, Munilla o un primo mío que es párroco en Fuentes de Oñoro.
El pastor es importante, sí, pero la producción de ovejas y la eficiencia del sector ovino, es decir, la cantidad y la calidad del rebaño, mucho más. ¡Qué tiempos estos en los que hay que recordar la evidencia y solemnizar lo obvio!
Marga, la 'autora' del libro sobre La verdadera devoción al Corazón de Jesús, resume así la situación: "Pobre Iglesia de España. Al final, ni se afanan por salir del bache. Piensan que ya no merece la pena sacarla de este bache de increencia. Piensan que, para subsistir, sólo le queda hacerse uno con el mundo moderno".
Y así se produce la paradoja que repetía Clive Lewis, sobre "el padre Spyke" (personaje imaginario): que "lleva años aguando la fe para hacerse aceptar por una feligresía presuntamente incrédula y ahora es él quien escandaliza a su feligresía con su manifiesta incredulidad".
El problema de la iglesia española es ése, no los relevos episcopales. Es decir, el eterno problema: la falta de santidad de unos files y unas instituciones llamadas a la santidad de vida. Pero, claro, esta explicación no sirve para un titular periodístico ni para una conversación de café. Es, sencillamente, la verdad, siempre apasionante pero siempre aburrida cuando se simplifica.
¿Así que la Iglesia española está en crisis Desgraciadamente, sí, y crisis profunda. Pero esa crisis nada tiene que ver con el sucesor de Rouco.
Eulogio López
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