El problema de las nuevas Normas Internacionales de Contabilidad -las puñeteras IAS- es que están hechas a la medida del capitalismo financiero anglosajón. De hecho, ha sido Estados Unidos quien las ha impuesto al resto del mundo. Las otras, las Normas del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS) (en la imagen la sede) lo mismo. Basilea constituye el complemento de las IAS, circunscritas al sector prestamista, o sea, al sector bancario.

¿Y qué quiere decir esto Quiere decir que están hechas a la media del rentista, que no del propietario. A la medida de la economía financiera, no de la economía real. Casualmente, como todas las políticas económicas vigentes actualmente en Europa.

Tres ejemplos bastarán.

El primero, Pescanova. ¿Cuál ha sido el problema de Manuel Fernández Sousa, el hombre que ha construido una empresa líder mundial en congelados Pues que ha ocultado parte de su deuda bancaria, por el truco de apuntar en el balance de la matriz sólo la cuota parte de la deuda de sus filiales que corresponde a su participación en esa filial. Ahora bien, si un hijo no emancipado debe dinero al banco, al final, es el padre quien responde del conjunto de esa deuda, no de una parte. Sin embargo, las IAS permiten ese espejismo a las grandes empresas (las pequeñas no tienen filiales). La matriz no responde de toda la deuda sino de una de sus partes, aunque, a la postre, el banco le va a reclamar ese dinero a la matriz. Y punto.

En otras palabras, Sousa ha cometido una irresponsabilidad, no una ilegalidad. Las IAS se lo permiten.

Segundo caso de ingeniería contable perfectamente legal: la constructora ACS. Las IAS permiten a Florentino Pérez asegurar que, si pone en venta su división de energías renovables, con una deuda de 3.000 millones de euros, esa deuda se disgrega, simplemente porque se supone que, en la futura venta, será el comprador quien se haga cargo de la misma. De esta forma, Florentino puede farolear de una deuda menor de la que realmente tiene que afrontar. Otra irrealidad… pero muy legal.

En conclusión, las IAS se preocupan de que las deudas se paguen, esto es, del rentista, que es aquella persona que, después de cubrir todas sus necesidades personales y profesionales, aún le quedan posibles para prestar dinero a otros. Los mercados financieros no son sino prestamistas que prestan a prestatarios. A los primeros les sobra el dinero y a los segundos les falta.

Vamos con Basilea con otro ejemplo. En España, a pachas entre el PSOE, que comenzó, y el PP, que concluyó el proceso, nos hemos cargado el mejor invento financiero, el más cristiano de todos: las cajas de ahorros, entidades creadas por la Iglesia sin ánimo de lucro, pues su dividendo se donaba a la sociedad en forma de obra benéfico-social. Sí, es cierto que los políticos han utilizado las cajas de ahorros para su medro personal y es cierto que los cajeros han sido culpables de su caída por una razón; querían convertirse en banqueros para poder cobrar más.

Ahora bien, el principal factor del hundimiento cajeril ha sido Basilea, al que no gustan las cajas por pequeñas y porque su ADN no es capitalista, sino católico. Para Basilea, un buen banco es un banco grande, cuando debería ser justamente al revés. Así ha forzado oligopolios bancarios nacionales que muy pronto serán oligopolios globales. Cada vez exigen más capital y además, ponderan lo que cada inversión bancaria gasta en capital. Por ejemplo, si un banco compra deuda pública no consume capital (cero por ciento), pero si le presta a una empresa, que es lo que tiene que hacer, u ofrece un crédito hipotecario o al pequeño consumo, consume un montón de capital, a veces el 100 por 100.

¿Por qué Por odio a lo pequeño, claro, pero también porque han creado un poder mundial de la alianza entre políticos y banqueros. Los políticos, desde el BIS, obligan a los banqueros, mediante la fórmula anterior, a comprar su deuda, la deuda pública. Con ello se afianzan en el poder y le traspasan el endeudamiento a los ciudadanos, que tendrán que pagarlo en forma de subidas de impuestos pero que les estarán muy agradecidos porque ese endeudamiento temerario permite las prestaciones públicas. Todo muy demagógico.

A cambio, si un banco atraviesa dificultades, los políticos acuden en su ayuda… con el mismo dinero: el de los ciudadanos. Es la alianza perfecta y también la tormenta perfecta, que nos ha conducido a la crisis estructural más desastrosa de la historia. El Estado servil que anunciara Hilaire Belloc, hace un siglo, se ha hecho realidad por la vía de la poco santa alianza entre banqueros y políticos.

Las cajas no tienen acciones, por tanto, se han visto obligadas a buscar su financiación en los mercados financieros y a muy alto precio: por ejemplo, las preferentes, las subordinadas, las titulizaciones, etc. Al final, claro está, se han hundido. Entonces llegan los reguladores -que son políticos- y les obligan a fusionarse y a convertirse en bancos. O se las regalan (Cajasur-Kutxabank, Liberbank-CCM, Sabadell-CAM, BBVA-Unnim, Caixabank-Valencia) y encima les regalan dinero público para su 'reflotamiento'. Será para el reflotamiento de los compradores.

Tanto las IAS como el BIS funcionan como los virus destructores de la propiedad privada pequeña (PPP). La propiedad privada es la que hace hombres libres. La propiedad pública no es más que el gran engaño por el que navega la economía desde que se inventó la modernidad: la propiedad pública es la negación de la propiedad privada, de la misma forma que la gran propiedad privada es la degeneración del nobilísimo concepto de propiedad privada que se malea en cuanto pasa ser gran propiedad. Porque la propiedad privada pequeña es controlada por el hombre, la propiedad privada grande acaba por controlar al propietario. Ejemplo, el de siempre: el pequeño agricultor o el pequeño comerciante controla su fuente de riqueza, es dueño de sus bienes y los disfruta. Por el contrario, el accionista de un gran banco o de una gran empresa no controla nada El que manda es el Ceo, aunque tenga menos acciones que él. Y lo peor: el Estado, que es malo no por ser público, sino por ser grande. El contribuyente no controla absolutamente nada: sólo es confiscado por la mayor empresa del mundo: el Gobierno. Eso sí, todavía hay idiotas que alaban la propiedad pública contra la propiedad privada -insisto, pequeña-.

La propiedad pública no es de todos, es del Gobierno y constituye la antesala de la corrupción. Enfrente de la visión del financismo capitalista, que representan las IAS y el BIS, se encuentra la visión cristiana de la economía, que se resume en las palabras de León XII, el Papa de la doctrina social de la Iglesia: mejor propietarios que proletarios. Eso sí, pequeños propietarios libres que disfrutan de lo que tienen y le sacan el máximo rendimiento. Porque, como afirmó otro Papa, Juan Pablo II, la gran propiedad privada tiene una hipoteca social. Siempre, como ocurre con el Estado, la gran propiedad ha sido forjada a costa de otros.

Las palabras de la escritura aseguran que San José era un artesano: es decir, un pequeño propietario. No es mal modelo para la crisis.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com