Giro copernicano de Zapatero : la gobernabilidad de España depende ahora de un independentista catalán llamado Carod-Rovira. ZP trata de evitar un cisma entre el socialismo español y el catalán. CiU, obligada a echarse en manos del PP, verdadero ganador del órdago de Montilla. La carrera política de Artur Mas y de Durán Lleida, en el aire. Mas afirma en privado que no volverá a fiarse de ZP y Durán amenaza con bloquear al PSOE en el Congreso. Miguel Barroso y Rubalcaba aconsejan al Presidente del Gobierno que haga de la necesidad, virtud: debe aplaudir a Montilla: ya llegará el momento de la venganza sobre el líder del PSC
Las expectativas despertadas por el pacto entre el líder nacionalista catalán Artur Más y el Presidente del Gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, se han ido al traste por el empecinamiento de José Montilla, líder del socialismo catalán (PSC) y presunto nuevo presidente de la Generalitat. Montilla ha conseguido convencer al líder de ERC, Carod-Rovira, de formar un nuevo tripartito PSC-ERC-IC- de socialistas, comunistas e independentistas, que las tres formaciones se han apresurado a englobar bajo el calificativo progresista.
Lo que ha ocurrido es muy sencillo. ZP pretendió utilizar al charnego Montilla para descabalgar a Pasqual Maragall y para terminar con el Tripartito catalán. Lógico. Al votante socialista de Cataluña, La Mancha o Asturias le cuesta entender que su partido esté aliado con los republicanos independentistas de Carod-Rovira. Así que había que cambiar el independentismo de Carod por el soberanismo catalanista de CiU, unos tipos mucho más educados, que no blasonan de republicanismo ni de independentismo y que pueden visitar Europa sin desdoro.
A cambio de ese pacto, que englobaba la entrada de CiU en el Gobierno de España, creando así un Gobierno de coalición que aislaría al PP, Mas exigía la Presidencia de la Generalitat. Cuando ganó las elecciones, tanto en votos como en escaños, CiU exigió esa condición con más fuerza si cabe. Pero Montilla no acepta la celada que le había tendido su jefe de filas y, a pesar de todas las presiones que ha sufrido desde el 1 de enero, se ha empeñado en reeditar el Tripartito que él mismo aniquiló cuando lo presidía Maragall. Ha sido una rebelión contra Madrid, contra Ferraz y contra Moncloa, una rebelión, en suma, contra ZP.
Los asesores políticos del Presidente, que siguen siendo Pérez Rubalcaba y Miguel Barroso, desde la Casa de América, le aconsejan que envaine la espada, que haga de la necesidad virtud, y que apoye a Montilla. Es la única salida que le queda si no quiere evitar el cisma en el Partido. Fue Zapatero quien pretendió cambiar de aliado de los republicanos de ERC a los moderados de CiU- y es ahora Zapatero quien deberá cantar las excelencias de Montilla, recordar que la venganza es un plato que se sirve frío y volver a contar como socio parlamentario con ERC. El salto de la alianza con el nacionalismo radical a la alianza con el nacionalismo moderado no ha sido posible: el charnego Montilla lo ha impedido.
Y conste que al cordobés de origen no le ha resultado difícil convencer a ERC. A quien más teme Carod es a Artur Mas, porque habla su mismo idioma. Además, ERC se sentía traicionada por La Moncloa y tenían ganas de devolverles el paquete. Poco tenía que ganar con CiU y mucho con el concubinato que les ofrecía Montilla: seguirán siendo imprescindibles en Madrid, ahora más que nunca, porque CiU le retira su apoyo al PSOE en la Carrera de San Jerónimo, y seguirán gobernando Cataluña e imponiendo a Montilla todas las condiciones que quieran. Lo que está claro es que el nuevo Tripartito supone un vuelco definitivo en el conjunto de la política española. Es la primera batalla que pierde Zapatero en el seno de la familia socialista desde que ganó las elecciones de marzo de 2004.
Mientras, el PP ha conseguido evitar la maniobra de Zapatero y renace de sus cenizas. Ya no será un partido de extrema derecha y obliga a Artur Mas a echarse en sus manos. Eso, si Mas sigue liderando el nacionalismo catalán, que no está claro, dado que él y Durán i Lleida, el hombre que quería ser ministro de Asuntos Exteriores, están en la cuerda floja: ambos han apostado por la sociovergencia por intereses personales y ahora su coalición les pasará factura: nunca habían conseguido tan holgada victoria electoral para continuar fuera del Gobierno.
Por cierto, para tranquilizar a los poderes económicos catalanes que habían apostado por la sociovergencia-, Montilla asegura que el conseller de Economía seguir siendo el localista Antoni Castell, a lo que ERC no pondrá pegas, dado que lo suyo no es la economía.