Con los dos marroquíes esposados en la mañana del lunes 12, rozan la treintena los musulmanes detenidos como presuntos responsables de la masacre del 11-M. La policía española ha reaccionado con encomiable celeridad y ha superado al FBI norteamericano a la hora de investigar a los culpables de la masacre de Atocha. Ahora bien, existe cierta confusión sobre la autoría. En un primer momento todo se centraba en Jamal Zougam, luego apareció el nombre de "El Tunecino", Serhane Ben Abdeljmajib, siempre ligado a "El Chino", de nombre Jamal Ahmidan. Pero, a la postre, resultaría que El Tunecino no era sino un alumno de otros representantes de Ben Laden en el Sur de Europa no residentes en España.
Aún hoy quedan dudas sobre el suicido colectivo (y asesinato, porque en la acción murió un miembro de los cuerpos especiales de
En definitiva, toda la sociedad española, ya no sólo los cuerpos de Seguridad, empieza a caer en la cuenta de que Al Qaeda no es ETA. Al Qaeda no tiene jerarquías. Se guía por principios (principios absolutamente enloquecidos, pero principios a fin de cuentas), y nada más loable que un buen principio ni nada más peligroso que un principio enloquecido, en seguimiento de la máxima de que la corrupción de lo mejor es lo peor.
Los mejores expertos en la lucha antiterrorista clásica saben que hay que ir a la cabeza. Un grupo terrorista descabezado, sea ETA, IRA, o
Es cierto que esas ideas necesitan de flujos financieros y de armamento, así como cierta preparación técnica. Ahora bien, esa preparación y ese dinero es fácil de conseguir (no digamos nada del bazar de las armas, cada vez más descarado) cuando existe una unidad de ideas entre los asesinos. Por ejemplo, cuando existe la convicción, o la desesperación, de que merece la pena morir si con ello mato al enemigo. El fundamentalismo islámico ha manejado esa idea de manera formidable.
En definitiva, los propios policías españoles, a pesar de sus éxitos en la investigación del 11-M (sólo merecen felicitaciones y parabienes), no están acostumbrados a pelear contra un enemigo tan complejo, precisamente porque su estructura es la simplicidad misma. La verdad es que el terrorismo de la sociedad de la información tenía que ser así: desestructurado, con consignas majaderas que transitan por la red o por unos medios de comunicación que emiten en tiempo real y análisis periodísticos realizados en 24 horas. Lo que importa no son las organizaciones, sino las ideas. Hoy más que nunca, las ideas conforman delincuentes, al menos, las malas ideas. Esa es la razón de ese miedo que se ha apoderado del mundo político y económico. Desde el 11-M, los inversores trabajan con un horizonte vital de 24 horas, no más. No es que se paralicen inversiones, porque el dinero no puede quedarse quieto. De hecho, el nivel de especulación aumenta. Lo que se paralizan son las inversiones a largo plazo. Es decir, las inversiones importantes.