Sr. Director:

Selección genética para curar, y aborto libre y gratuito, son el ingrediente del peligroso cóctel que nos prepara el nuevo Gobierno. Un fabuloso combinado que resultará, sin duda, explosivo porque seguro que se dará el deseo o la necesidad.

Antonio Pellicer, director del Instituto Valenciano de Infertilidad, promotor de ambas medidas porque vive de ello, así lo cree -o nos lo hace creer- afirmando que "son los padres los que deben decidir". Es decir, afirma que el hijo "pertenece" a los padres. Dice don Antonio que la técnica de selección de embriones es sencilla: "Podemos saber si los embriones son compatibles al analizar el antígeno que expresan y ver si coincide con el antígeno del hermano enfermo. Luego, sólo basta implantar en la madre los embriones seleccionados. Una vez nacido, no es necesario someter al niño a un trasplante de médula ósea, ya que en principio bastaría con utilizar las células madre que contiene el cordón umbilical".  

Si yo lo he entendido todo bien, resulta que unos padres pueden concebir, ayudados de las técnicas del IVF, tres hermanos, matar antes de implantarlos a dos de ellos, implantar el tercero hasta que desarrolle un cordón umbilical y, luego, acogiéndose a la liberalidad del aborto, extraer las células del cordón y eliminar al tercer hermano antes de que nazca. Porque si lo que se quiere es salvar al hijo nacido que ya se tiene y al nuevo hermano no se le desea, ¿por qué cargar con él para toda la vida, si la ley permite no hacerlo?

 

No es sólo por esto, pero todo indica que nos estamos adentrando en la etapa más negra de la Historia de la Humanidad, porque la cultura de la muerte se abre paso con fuerza incontenible y no queremos parar antes de caer al precipicio.

Serafín García

 

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