- En el Congreso, Pedro Sánchez acusa a Rajoy de "estar asediado por la corrupción" y el presidente le contesta que el PSOE tiene el mismo problema.
- Las 'golferías' desvían el debate parlamentario sobre la Cumbre Europea, las interconexiones energéticas o el ébola.
- El dirigente socialista pide "contundencia" contra los excesos y Rajoy prefiere hablar de un gran pacto anticorrupción.
- Los españoles han pasado en un mes por las tarjetas negras, el pequeño Nicolás, los créditos sospechosos de la banca rescatada y, ahora, por la 'Operación Púnica'.
- Pero no olvidan los escándalos que vienen de atrás: los ERE de Andalucía, la elusión fiscal de los Pujol, etc.
- El ciudadano ya no sabe si los 'bichos corruptos' los provoca la codicia personal, germinan por culpa de la financiación de los partidos o lo que falla es el propio sistema.
"Usted está asediado por la corrupción". Con esas palabras, el líder socialista Pedro Sánchez ha querido sacudir la conciencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ante un problema, la corrupción, que despierta cada mañana a los españoles, entre la indignación y el enojo. Claro, Rajoy se ha vuelto a disculpar, como hizo ayer martes en el Senado, y ha echado en cara a Sánchez exactamente lo mismo que Sánchez le echaba en cara a él. Es cierto, en el Congreso tocaba hablar sobre el último Consejo Europeo, de las interconexiones energéticas con Europa, de los test de estrés, del ébola, pero la corrupción se ha impuesto en el debate, inevitablemente. Se ha hablado de todo eso, naturalmente, pero sin dejar escapar lo otro, que molesta, preocupa o indigna a tanta la gente. Y no poco.
El problema llega, sí, al Parlamento, pero está también en las redes sociales. Observen, si no, las imágenes y los mensajes con ingenio que pueblan las redes sociales, medidas, por ejemplo, en los whatsapp que sacuden también cada día al ciudadano más despistado. Y es que el españolito medio ha pasado en apenas un mes de las tarjetas negras de Caja Madrid -esos gastos caprichosos que han dejado en cuestión a representantes de todos los partidos, sindicatos y patronales-, a las audacias del pequeño Nicolás, ese peculiar infiltrado en todo, hasta en la Casa Real. Ese mismo españolito medio ha descubierto algunos de los quebrantos en los bancos rescatados (2.600 millones, según los datos de Guindos, y vendrán más), que daban préstamos a diestro y siniestro y a muchos amigos. Y ha encontrado la gota que ha colmado el vaso en la 'Operación Púnica', que recuerda a las guerras púnicas de hace 21 siglos, aquellas en las que pelearon Roma y Cartago por el control del Mediterráneo. El Mediterráneo, ahora, es otra cosa.
Pedro Sánchez ha cargado contra Rajoy, en buena lógica de opositor y después de todo lo que está pasando, y Rajoy le ha contestado con las mismas armas. Pero el ciudadano, en buena lógica también, carga contra todos cada día: ve las manchas de la corrupción en todas partes. Porque la 'Operación Púnica' no le hace olvidar el desfalco millonario de los ERE andaluces, en el que hay altos cargos implicados del PSOE, o de los mayúsculos casos de fraude o evasión fiscal que afectan a históricos dirigentes sindicales o al ex presidente catalán Jordi Pujol o miembros de su familia. Ya no sabe si lo que está ocurriendo es una voladura controlada, si el peligro está en la codicia -esa tentación endémica, inseparable de la condición humana- de tantas personas, al margen de ideologías políticas, o en la financiación de los partidos, que también hay para todos, o en el sistema, vaya a saber, que alimenta la aparición de tantos bichos corruptos.
En el Congreso, esta mañana, ha habido de todo para todos. Sánchez, al pedir contundencia contra la corrupción ha descendido, incluso a nombres concretos: "Usted pidió perdón por los nombramientos que había hecho en el pasado. Y me pregunto ¿a qué nombramientos se refiere Si se refiere a la señora Mato, a la señora de Cospedal, al señor Acebes o al señor Bárcenas. Todos son nombramientos suyos". En suma, le ha pedido que dé "menos disculpas y más explicaciones" porque la corrupción está extendiendo la "injusta sospecha" sobre todos los políticos. Y la realidad, ha subrayado, es otra: la mayoría de los militantes y dirigentes de los partidos "son personas decentes que trabajan por el bien de los ciudadanos".
Rajoy, por elevación, ha preferido hablar de un gran pacto anticorrupción entre los partidos -por ahora difícil-, con medidas concretas, y ha bajado el tono a Pedro Sánchez al recordarle que en la 'Operación Púnica' aparecen, aparte de ediles y cargos del PP, también del PSOE (como Parla o Cartagena) o que el caso de los ERE de Andalucía tiene cargos socialistas que todavía no han sido expulsados del PSOE (se refería sin mencionarlos a Griñán o Chaves). Y ha copiado el argumento de Sánchez para decir que lo peor de todo, lo que está pasando, está perjudicando la imagen del país, cuando no todos los españoles son corruptos.
Ha habido otras calculadas collejas por la corrupción -cada cual pilla lo que quiere y sale por donde le da la gana-, que han venido de todos los grupos. Para la oposición, en general, es insuficiente que Rajoy pida disculpas, ayer martes en el Senado o esta mañana en el Congreso.
Las perlas sonoras han abundado en el debate parlamentario. Vean sino algunos ejemplos. Rosa Díaz se ha referido a la corrupción como una "emergencia de salud democrática" y que puede ser "el ébola de la democracia". Cayo Lara ha dicho que los españoles están "hasta los mismísimos" de que algunos se lo estén "llevando crudo", sobre todo un "puñado grande del PP".
Mariano Tomás
mariano@hispanidad.com