Aquí hay que recordar las palabras del cardenal Ratzinger durante una reciente visita al Vaticano de los Obispos españoles. Ratzinger les preguntó si habían caído en la cuenta de que España se había convertido en el banco de pruebas de la masonería para instaurar el laicismo más agresivo.
Pues bien, con Zapatero (insisto: no puedo demostrar su pertenencia a una logia masónica, que es de lo que habla todo quisqui en la City madrileña, pero sí sus simpatías por los ideales masoncetes) estamos viviendo la nueva era. Hasta ahora, los ataques contra la Iglesia católica española eran legales, dialécticos y, sobre todo, mediáticos, que son los más importantes. Se trataba de condenar al silencio a los cristianos, especialmente a los cristianos laicos como científicos, artistas o periodistas, y de silenciar la doctrina de la jerarquía.
Pero eso no basta. Hay que pasar a los hechos. El sábado 26, en Barcelona, el PSOE, IC-Verds (comunistas y ecologistas) y Esquerra Republicana pasaron a los hechos y convocaron una manifestación para acusar a la Iglesia de homófona.
Por cierto, hago una pausa para insistir en que el gran ataque jurídico contra la Iglesia está en preparación: se trata de llevar al Vaticano ante la Corte Penal Internacional bajo la acusación de homofobia. Tras un proceso de remodelación y retorcimiento del derecho internacional en Naciones Unidas, ya hay sustrato jurídico para ello. Además de la homofobia y el matrimonio gay, el otro gran ataque de la masonería internacional (bastante identificable con el Nuevo Orden Mundial, el movimiento de las ONG -ya saben, siglas muy ciertas con la exclusión de la N- y la New Age, y todo ello dirigido por progresistas millonarios) son los derechos reproductivos, ya reconocidos como tales en Naciones Unidas, y que en pocas palabras puede resumirse como el paso del aborto libre al aborto obligatorio : todo país que no despenalice y promueva el aborto, es decir, todo país que defienda la vida, puede ser llevado ante los tribunales internacionales.
Pero volvamos a Barcelona. Al final, como los cristeros mexicanos cuando eran fusilados, los jóvenes que impidieron el asalto y profanación de los muy demócratas miembros del Tripartito a la Catedral de Barcelona (que de eso se trataba) lo hicieron al grito de Viva Cristo Rey, que no es ningún alarido de la extrema derecha española de la Transición, sino el grito con el que murieron los cristeros mexicanos cuando eran fusilados por República Atea de México y el grito utilizado por muchos mártires españoles durante la Guerra Civil cuando se les conducía al paseíllo.
Pero ese no era el planteamiento de los organizadores. El planteamiento de la asociación E-Cristians, organizadora de la contramanifestación, está basado en el II Libro de Crónicas, capítulo 20, cuando el rey Josafat promueve, como arma más letal para luchar contra sus enemigos que pretendían profanar el Templo de Jerusalén, una jornada de oración y ayuno, que es lo mismo que ha hecho E-Cristians. Además, los músicos y danzantes de Israel fueron por delante de las tropas que protegían en el templo, al igual que hicieron los cristianos frente al lobby gay del Tripartito catalán. Es más, los tambores y panderetas de E-Cristians se oyeron más que los servicios de megafonía del Tripartito, convenientemente defendidos por la policía, no fuera a ser que los cristianos les golpearan con panderetas, que estos fanáticos son capaces de todo.
Naturalmente, los gays iban pertrechados con pancartas blasfemas y pretendieron tomar la Catedral, que se vio obligada a no celebrar la misa de las 18:00 horas, único éxito de la manifestación. Las intenciones eran esas, porque no en vano el portavoz en el Parlamento catalán de IC-Verds, Joan Boada, había pedido la socialización, es decir, confiscación de las catedrales. No, no estamos hablando de incontrolados, estamos hablando de los líderes políticos que gobiernan Cataluña y que constituyen el apoyo electoral de Rodríguez Zapatero, cuyas juventudes estaban intentando profanar la Catedral de Barcelona.
Para que quedara claro que allí no había extrema derecha, los católicos marchosos de E-Cristians cantaban himnos hebreos y marcaban distancias con los ultraderechistas que les acompañaban. Varias chicas se dirigieron a los gays para invitarles a leer la Biblia y entregarles folletos sobre la pasión, y fueron recibidos con lindezas tales como Métetelo por el culo (algo que nunca debería decir un gay, pienso yo), hay que matar a tu Dios, etc.
Naturalmente, la policía se encargó de velar por la seguridad de los gays, especialmente cuando colocaron una pancarta blasfema ante el arzobispado (dado que no pudieron colocarla en la Catedral, decidieron fastidiar al obispo).
Y el acoso continuará: el próximo día 6, también en Barcelona, E-Cristians presentará el Pacto por La Vida, firmado por 90 asociaciones cristianas. La cosa tendrá lugar en el Barcelona Teatro Musical, antiguo Palacio de los Deportes.
Juan Pablo II dice que los católicos han perdido la calle y con ello grandes oportunidades de evangelización. Pues bien, el ejército pacífico y corajudo de E-Cristians, sus canciones y su alegría contagiosa la están recuperando.
Y que viva E-Cristians.
Eulogio López