El presidente del Gobierno español nos sorprende con una nueva vuelta de tuerca en su sectarismo anti-familiar: ahora pretende que las pensiones de las viudas dejen de ser pensiones contributivas y se conviertan en asistenciales.
De entrada, el asunto resulta peligroso, dado que las pensiones asistenciales son, en principio, menores que las contributivas. Quizás por ello, los voceros gubernamentales se han apresurado a destacar que la medida, de llevarse a efecto, no se hará con efecto retroactivo. Es igual, las nuevas viudas cobrarán a la baja.
El trasfondo de esta nueva barbaridad sectaria del Gobierno es su aversión a la familia. La pensión de viudedad se consideraba contributiva porque se creía en la unidad familiar. Por tanto, una mujer, aunque no trabajara, contribuía en cuanto miembro de esa unidad, además de ayudar a la sociedad en su calidad de esposa, madre y ama de casa.
Eso es lo que pretende sacar adelante Zapatero: la que no trabaje fuera del hogar no tendrá derecho a pensión. Como esto podría provocar una revolución, al menos electoral, ZP lo vende de otra forma: no, tendrán pensión asistencial, es decir, aquella cuyo importe fija el Gobierno con criterio de subsistencia. De esta forma, el odio de clase se vierte sobre las viudas de los pudientes: que se fastidien y cobren una pensión de subsistencia.