Néstor Kirchner, el presidente argentino, camina al borde del abismo. Su enfrentamiento con la judicatura y con las fuerzas de seguridad le está forzando a un delicado equilibrio entre los piqueteros y la propia administración que se supone dirige. Además, también se ha enfrentado a sus compañeros peronistas, hasta el punto de que puede decirse que nunca, ni en los años de Gobierno radical, nunca el Justicialismo argentino había atravesado una crisis tan profunda.

 

Kirchner habla de su propia policía, no ya como una organización corrupta (lo que es cierto) sino como una panda de desalmados cercanos al fascismo. Eso ha hecho que los movimientos piqueteros se adueñen de la calle. Sus objetivos principales son dos: boicotear cualquier acto público y amedrentar a directivos de empresa extranjeros. Así, no son pocos los directivos españoles que han solicitado regresar a España.