Empecé a trabajar meses después del conflictivo año de 1968 con el mayo francés, sus revueltas estudiantiles y la Primavera de Praga.
Más de 40 años trabajando (incluida la mili) para que ahora, desde los medios de comunicación, una partida de gobernantes, sin vergüenza alguna, de izquierdas, centro o derechas, nos soliciten más esfuerzo para salir de la ruina a la que nos han abocado y con la que ellos siguen aprovechándose y enriqueciéndose. En sus tiempos mozos se creyeron lo de la imaginación al poder que, a fe mía, han conseguido con creces.
Somos la generación sin descanso, mitigando las penurias de nuestros padres (quienes tenemos la suerte de contar con ellos) y sufriendo por la incertidumbre del futuro de los hijos. Y esto cansa un montón.
Políticas de enriquecimiento rápido para unos pocos, revestidas de sociedad del bienestar, intromisiones, por la derecha y la izquierda en áreas que son derecho y responsabilidad exclusiva de la familia, fomento de la cultura del pelotazo, trastocando valores en contravalores, hacen que la gente vaya sumiéndose en la desesperanza y en la oscuridad del conformismo resignado. Esto también cansa.
Un día, se está terminando ya el pan y circo, surgirá la chispa por lo que menos pensamos y tocaremos fondo. Unos a ras de tierra y otros por debajo de ella. Las cuerdas se van tensando y la historia puede repetirse. Estos gobernantes empeñados, (por el bien de la plebe, claro está) en recortar la capa de las libertades individuales o imponer el sombrero de tres picos alargando la edad de jubilación, por ejemplo, para mitigar la miseria que ellos solitos han gestado y gestionado, estos gobernantes como digo, pueden encontrarse con su particular Motín de Esquilache. Cuando la gente pasa hambre no está para templar gaitas, ni en el siglo XVIII ni el XXI, ni en reinos ni en democracias de cartón-piedra.
Si seguimos en la intención propuesta por el Sr. Rodríguez, no me jubilo dentro de 95 meses, sino de 105. Por ahora claro, pues el ministro de turno ha declarado con rotundidad que no está en el pensamiento del Gobierno el que nos jubilemos a los 70 años, lo cual indica ya el punto al que quieren llegar. Que sigan tensando la cuerda.
Es curioso, casualidades de la vida, que sean los jóvenes de entonces y hoy en el poder, idealistas y luchadores en aquel mayo de 1968 los que nos dejan muy clarito que: Debajo de los adoquines, no había arena de playa.
Pedro L. Iglesias