"Una sociedad enferma". Así ha calificado David Cameron a la sociedad británica, supongo que tras contemplar que una sociedad progresista, avanzada y un montón de cosas más, descubre que anda plagada de monstruos de 11 años que se dedican a asaltar comercios, humillar a sus vecinos y, si se tercia, abrirle la cabeza al transeúnte.







Se equivoca Cameron. La sociedad británica no está enferma, es inmoral, aunque me temo que no más que otras. La patología es la consecuencia de haber abandonado los principios morales cristianos, mejor, de llevar una generación riéndose de ellos. Los vándalos adolescentes han aprendido que lo importante es ganar, cambiando el bien por la eficiencia. Y lo más eficaz cuando la calle se convierte en caos es robar e imponer la ley de la propia fuerza. ¿Por qué no habrían de hacerlo? Lo que la moral no da, la ley no lo presta. Ya puede clamar Cameron contra una sociedad enferma, que seguirá enferma mientras continúe siendo una sociedad inmoral.

Benedicto XVI llega a Madrid en ambiente de insurrección social en Occidente al grito de "hago lo que me da la gana". Trae la única solución posible a la demencia: Cristo. Porque el mensaje cristiano no se impone ni con las fuerzas de orden ni con el Estado derecho sino con la fuerza del amor. Los políticos occidentales pretenden mantener el orden prescindiendo de Cristo: el problema es que eso no es difícil por complejo: simplemente no es posible.

Eulogio López

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