Hoy ha habido huelga de funcionarios. Pero no lo ha parecido. El seguimiento, según el Gobierno ha sido del 11%. O sea, nada. Sobre todo después de que el Gobierno -por primera vez en la historia de la democracia- les ha rebajado el sueldo un 5%. Nada de nada. La razón del fracaso es sencilla: existe una creciente desafección de los trabajadores con las grandes centrales sindicales. Los sindicatos no han sido capaces de movilizar el descontento social. ¿Por qué? Se han convertido en oficinas del Ministerio de Trabajo. Y los ciudadanos quieren sindicatos, no longa manus del poder.
En el CSIF -mayoritario en la función pública- están que fuman en pipa. Se sienten fagocitados por los grandes sindicatos que han asumido todo el protagonismo. Y el discurso no es el mismo. Mientras unos defienden a sus colectivos, otros se dedican a dar cariño al Gobierno. Y se lo han dado haciendo fracasar este paro. Y aunque los sindicatos desligan esto de otras cosas, la realidad es que el test ha sido fallido. Habrá huelga general, pero será de baja intensidad, para cumplir el expediente. Es la muerte de una sociedad civil desvertebrada y de unos sindicatos apesebrados, enchufados al presupuesto.
Andrés Velázquez
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