Europa insiste en su elección por la francesa.
Desde siempre el puesto como presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha reservado a europeos, mientras que el del Banco Mundial ha sido ocupado por norteamericanos. De esa manera se colocaban dos pesos que intentaban mantener la balanza equilibrada. Sin embargo, el crecimiento en los últimos años de los países emergentes ha provocado que esa balanza ya no cuente solamente con dos platillos.
Por eso, tras la dimisión del francés Dominique Strauss-Kahn a su cargo como presidente del Fondo Monetario Internacional tras el escándalo por la supuesta violación, Europa se ha apresurado a presentar a su candidato, en este caso candidata, la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, para ocupar el cargo. Pero entre los países emergentes, la idea no parece convencerles y prefieren cambiar las reglas del juego. Consideran que la fuerza y el peso de los países emergentes (Brasil, México, India, China) merece mayor reconocimiento y han colocado en el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, sus opciones por ocupar el sillón que ha dejado Strauss-Kahn.
Andrés Velázquez
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