El llamado nacionalismo económico no es más que el deseo de mantener en casa los centros de decisión empresarial, más que nada porque lo que deciden esos centros es dónde invertir. ¿Las multinacionales tienen patria? Claro, su patria es donde se reúne su Consejo de Administración. Porque sus miembros son personas y sienten la presión ambiental: la presión de los clientes, la de los trabajadores, la de los reguladores, la del Gobierno.
Ahora bien, si un país vive en perpetua guerra consigo mismo: ¿qué más le da perder su aerolínea de bandera?
Cuando se escriba la historia del Zapaterismo, se hablará de la destrucción del tejido industrial español. Aunque no olvidemos que, en este caso, la culpa no sólo corresponde a un Gobierno como el de ZP, que produce terror de fronteras adentro pero que causa risa allende nuestras fronteras sino de las pugnas internas en el Partido Popular, en este caso entre el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ambos del PP.
Este es un país cainita y, además, fraticida. Sí, son sinónimos, pero quiero decir que nuestras guerras civiles -y vivimos en permanente guerra civil- no sólo son entre izquierdas y derechas, sino que las batallas se reproducen en el seno de los distintos partidos, en este caso, por la Presidencia de Caja Madrid.
El país más liberal del mundo, Estados Unidos, prohíbe que cualquier extranjero compre más del 25% de alguna de sus aerolíneas -entre las que se cuentan las tres primeras del mundo-. Sin comentarios.
Eulogio López