Por supuesto, como buenos ejecutivos, los directivos de Iberdrola afirman que no tienen ningún miedo a una OPA hostil, que la mejor defensa ante una agresión es la capitalización bursátil y que no les preocupa que el BBVA haya reducido su participación en la eléctrica. Sin embargo, pura casualidad, el equipo de Iñigo Oriol sigue tejiendo su red de cajas de ahorros. Al 7% histórico que la BBK tiene de Iberdrola hay que sumarle el 1,9% de Bancaja (aunque de forma estable se quedará entre el 1 y el 1,3%), el 2% que tendrán en su conjunto las cajas de Castilla y León, el casi 2% de la Kutxa guipuzcoana, el 0,5% de Caja Murcia más la participación que se está negociando con la Caja de Extremadura y la Caja de Castilla-La Mancha. Al final, se pretende un grupo de cajas que posea un 20% del capital, a ser posible, entidades de las zonas donde Iberdrola tiene una presencia significativa. Naturalmente, falta una caja en una zona muy significativa en la geografía Iberdrola: Caja Madrid

Eso no es posible, porque Caja Madrid posee un 5% de su competidor, Endesa. Pero hay algo más, no sólo es que la entidad de Miguel Blesa participa en Endesa, sino que ha sido y es uno de sus soportes accionariales más claros. En cuanto la cotización de Endesa baja, Caja Madrid sube. Y esta práctica puede justificarse a la perfección por criterios comerciales, pero no deja de reflejar una alianza importante entre la entidad financiera y la primera eléctrica española, o lo que es lo mismo, entre Miguel Blesa y Manuel Pizarro.