Al parecer, no tocaba hablar de derechos civiles, objeción de conciencia, libertad religiosa, acogida al inmigrante… No, tocaba hablar de sexo y aborto, lo que prefigura en el temario real que la profe impartirá en ámbitos cerrados con niños y preadolescentes, que sabrán distinguir criterios claros de conducta.
Por ejemplo, nuestra profe informó de que lo importante a la hora de abortar es que "sientas acertada la decisión de abortar". Lo cual, no me lo negarán, abre interesantísimos interrogantes y renueva de un plumazo todas las leyes de la lógica. Esto porque cuando alguien toma una decisión por lo general suele pensar y sentir que es acertada. Y si no lo siente pues toma la decisión opuesta.
Nuestra profe, de nombre Concha, no nos especificó si el hijo, o sea, el defenestrado, tomaba decisión alguna, quizás por ello no interesa a Educación para la Ciudadanía.
Asimismo, doña Concha nos explicó a todo -fue muy emocionante- que su principal objetivo consistía en que "los niños y las niñas homosexuales mejoren su autoestima". Esto es muy importante y aporta un paso más en la lucha por liberación homo. Bueno, algunos pensamos, con Chesterton, que los adalides de la autoestima están en los manicomios o en el Parlamento, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que: ¿Cómo va a encontrar doña Concha niños y niñas homosexuales... a los que mejorar su autoestima? Yo diría que existen pocos, más bien ninguno, porque nadie nace homosexual. Los hay que nacen impotentes, hormonalmente desequilibrados, con tendencias a la homosexualidad, pero no gays. Uno comprende que lo de las tendencias es terreno resbaladizo, porque se trata, como la autoestima, de un sentimiento o una inclinación que los seres humanos encauzamos mediante nuestra razón, mediante la libertad.
Verbigracia, yo mismo siento tendencias a atracar toda sucursal del Santander, por citar dos casos, que me topo por la calle, pero resisto esa lamentable tendencia, mitad por honradez, mitad por miedo a las consecuencias. También me veo acosado por tendencias, a veces intensas, a ligar con toda señora prepotente y ebúrnea que veo por la calle, pero domino la susodicha tendencia, mitad por cumplir con mis convicciones, mitad por miedo a la bofetada de la maciza. Es más, les confieso, y que no salga de la provincia, mis tendencias a mandar freír espárragos a doña Concha y don Zerolo, cada vez que les veo en trance de pervertir a los niños -perversión moral y mental, no me constan otras- con sandeces como las descritas, pero resisto la irrefrenable tendencia por una combinación del no a la violencia y de miedo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, responsables de hacer cumplir, en un Estado de Derecho, la legislación vigente, aunque se trate de una legislación tan chorra como la que nos ocupa.
Ahora bien, si las homotendencias son irresistibles, pues en ese caso me callo, claro. Esto es mucho más que las Megatendencias de John Nasbitt; son las Homotendencias del Zerolo (se ruega no hacer rimas fáciles con su apellido. Un respeto y una cosa).
Eulogio López
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