Sr. Director:

El Comité de Población de Chengdu (China), permitirá que las familias afectadas por el reciente terremoto puedan tener otro hijo.

Un imposible porque muchas mujeres son esterilizadas sin permiso después de su primer parto, o sufren el pago de multas, cárcel, abortos forzados o destituciones del trabajo, por haberse atrevido a desafiar la ley concibiendo un segundo hijo.

La política brutal y terrible del hijo único implantada en China desde 1979 ha impedido el nacimiento de 400 millones de niños, si bien a las familias rurales se les permite a veces este segundo hijo, cinco años después del primero.

Me pregunto cómo semejante país puede acoger las próximas Olimpiadas abiertamente en contradicción con sus valores: participación, hermandad, cooperación y juego justo, brillan por su ausencia en la China de hoy.

A menos que el lema: "a niño muerto, niño puesto" se considere una norma más compasiva que burocrática. Rebajar al niño al nivel de una pieza de recambio y a la familia como "productora" de un solo hijo, denota el atraso cultural y humanitario de un país que se jacta de su pujanza económica.

Cristina Téllez

ctellez88@gmail.com