Desde los albores de la industrialización en España, los productos fabricados en Cataluña han gozado de un severo proteccionismo, eliminando con elevados aranceles la competencia extranjera, convirtiendo, de esta manera el resto de España un mercado cautivo.
Esta situación tuvo su fin en el momento en que España ingresa en la Comunidad Europea, que obliga a sus integrantes a la libre circulación de mercancías y capitales.
Es en este momento cuando, gracias a la ley electoral, los nacionalistas se convierten en la llave de la gobernabilidad española, y los grandes partidos caen rendidos a sus votos y chantajes, siempre en aras de gobernar sin importar el precio a pagar. Conviene recordar el ridículo y claudicante comentario de Aznar cuando dijo. "Yo hablo catalán en la intimidad".
O cuando Zapatero, para no contravenir al gobernante tripartito, y saltándose la Constitución a la torera, manifestó que daba su apoyo a multar a los comerciantes que rotulasen sus negocios en castellano.
Otro factor, y quizá el más determinante, seguramente habrá sido la cesión de la educación en manos nacionalistas. Con esta entrega se han forjado varias generaciones en buscar afanosamente las diferencias y con ahínco se ha trasmitido una historia tergiversada fomentado un clima de confrontación e incluso odio.
Manuel Villena Lázaro