José María Aznar era un hombre terriblemente acomplejado que retiraba de sus discursos cualquier alusión al aborto, por ejemplo. Mariano Rajoy, por contra, es un hombre sin complejo alguno, especialmente porque es muy simple: no es que borre cualquier alusión al aborto, es que ni tan siquiera se lo plantea: le da igual ocho que ochenta. Rajoy no se hace preguntas tales como ¿Es bueno o es malo, es verdadero o es falso?. Sólo se pregunta una cosa. ¿Me proporciona votos o no me los proporciona? Usted, lector, me dirá que todos los políticos hacen lo mismo, pero no es cierto. Y no es cierto porque los políticos inteligentes y sin complejos saben que una de las cosas que más votos te quitan es incurrir en contradicción flagrante ante sus electores o, lo que aún es peor: defraudarlos. Y el elector sí que cree en algunos principios y renuncia a otros: él no se está jugando el poder. Por ejemplo, al elector católico no le gusta que le estén toreando desde su propio partido. Y el PP lleva toreándole demasiado tiempo. No le gusta que el PP adopte una actitud tibia ante el matrimonio gay. No le gusta que vote en contra... pero que al mismo tiempo hayan sido comunidades autónomas regidas por el PP las que primero dieran pábulo a las leyes autonómicas, sin ningún calor, sobre las parejas de hecho. Como no le gusta que los diputados del PP voten en contra en el Congreso al tiempo que el alcalde de Madrid, aspirante a todo en el PP, se convierta en defensor de la negación del derecho mínimo al la libertad de conciencia.
Un detalle: Hispanidad continúa animando a acudir a la manifestación convocada por el Foro de la Familia en contra del gaymonio. Ahora bien, a muchos católicos no les gustaría que determinados líderes del PP, por ejemplo el señor Rajoy, se pusiera a la cabeza de la manifestación en el caso de que ésta tuviera éxito e hiciera mutis por el foro en caso contrario.
No, hay que romper el Partido Popular y sacar del antro a los cargos y militantes que todavía creen en algo (ya no digo en los 10 mandamientos, digo en algo). Y con ellos, y contra todas las fuerzas políticas y sociales minoritarias, crear un partido que responda a unos principios cristianos o humanos, que viene a ser lo mismo.
Y es que algunos católicos no aprenden: piensan que en lugar del luchar por el Reino de los Cielos, luchan porque el PP regrese a La Moncloa. Y créanme: no es lo mismo.
Eulogio López