En la mañana de este lunes, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, insistía ante las cámaras de TVE en la urgencia de un Pacto de Estado de Educación. Lo calificaba de posible y apelaba a la demanda social para que los políticos se pudieran de acuerdo.
La realidad de las cosas es que el PSOE no pretende un pacto de Estado con el PP en materia educativa. El juego es doble: si no te sumas a mi propuesta, te quedas descolgado. Y si no quieres hacerte la foto conmigo, pacto con los nacionalistas. Una operación política de libro en la que la iniciativa del PSOE arrincona al PP.
Pero la realidad es que Gabilondo no tiene bajo el brazo una oferta de pacto de Estado, sino de minipacto de Estado con seis o siete puntos. Más bien se trata de firmar lo que nos une que debatir lo que nos separa. O sea, una foto. Pero es que además, la oferta se lanza después de que la Ley de Educación está implantada y la Ley Castillo asesinada. Por supuesto, el Gobierno no va a renunciar a su ley. Y menos a EpC.
Sobre el fondo, se encuentra el discurso de que no es posible que en 20 años hayamos tenido 7 sistemas educativos diferentes; necesitamos y la sociedad lo demanda más estabilidad. La realidad es que quien ha modificado el sistema educativo ha sido siempre el PSOE. Y siempre a peor. Como apunta el presidente de Profesionales por la Ética, Jaime Urcelay, el PSOE juega en este tema a bombero pirómano: primero genera el problema y luego se presenta como solución.