También Bush busca su propia unidad supranacional: se llama América. Quiere que todo el nuevo continente forme una unidad, desde Alaska a Tierra de Fuego. Lo busca a su modo, que no es el más profundo del mundo, pero algo es: una unidad de libre comercio llamada ALCA. El presidente norteamericano considera que sus enemigos están en Asia y en Europa, y que su hogar es América, sólo que un continente echo a medida del sistema de vida norteamericano.
Por ello, y porque considera que 2004 debe ser el de la firma del gran acuerdo ALCA, ha decidido 'regularizar' la inmigración extranjera, preferentemente hispana, ligando, como informábamos ayer, la ciudadanía norteamericana a la obtención de un trabajo. La flexibilidad del mercado laboral norteamericano, así como el apoyo oficial, en efecto, facilitaría el asunto.
Ahora bien, desde la frontera sur, el presidente mexicano, Vicente Fox, le ha recordado a Bush que su plan de inmigración no es malo, pero que no acepta la cifra de inmigrantes sin papeles que se van a regularizar. En otras palabras, le gusta la fórmula pero no la cantidad. En Estados Unidos viven 25 millones de mexicanos o personas de origen mexicano, que se dice pronto.
En definitiva, la condición que el mundo hispano, y hace muy bien, va a poner a la Casa Blanca para crear una unidad supranacional iberoamericana consiste en que a la libre circulación de personas y de capitales se una la libre circulación de personas, como es lógico. O se liberalizan los movimientos de los tres factores clave de la economía, o mejor no liberalizar ninguno.