Quedan cuatro días para las elecciones catalanas y cinco para el clásico. En la prensa ya vuelve a tomar peso la información sobre el partido de fútbol y a decaer la de los comicios. Y más, después de que la Junta Electoral Central impidiera el cara a cara entre Artur Mas y José Montilla.
Ya no falta nada y las cartas están echadas. Ahora sólo queda esperar los datos de nuevas encuestas los días antes y hacer una competición entre PSC y CiU para ver si pueden llenar el Palacio Sant Jordi. Una especie de competición sobre quién la tiene más larga. Así de triste ha quedado la campaña.
El resto de partidos trata, mientras tanto, de minimizar los daños y perder los menos votos posibles. Y es que el tema de Irlanda y el posible contagio a España han desplazado a las elecciones catalanas a lo más recóndito de las páginas de la prensa. Sólo las palabras de Rosa Díez sobre la posible sorpresa de UPyD, dan una tónica distinta de unos días previos que bien podrían eliminarse.
Mientras tanto, otros partidos, como Familia y Vida, buscan, no tanto obtener votos, cuanto abrir los ojos a quienes se han amoldado a un simple voto útil, sin ser conscientes de que con esa actitud sólo se consigue enquistar una situación en la que la defensa de los valores no negociables queda relegada a un segundo plano. La vida, la familia, la libertad de enseñanza o el bien común han quedado relegados.
Andrés Velázquez
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