Bernanke y Trichet siguen echando gasolina al fuego: ambos seguirán comprando deuda soberana. Mientras tanto, el empleo cae en las dos orillas del Atlántico. Y todo Occidente prepara más medidas de ajuste. La solución: reducir el dinero que circula por el mundo
Se potencia el círculo vicioso de la economía financista. Europa y Estados Unidos se rinden ante la especulación de los mercados financieros. Tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo no sólo amplían la liquidez del sistema sino que compran deuda soberana: es decir, amplían la burbuja financiera que provocó la crisis. Lectura de los últimos acontecimientos. A saber:
Así titulaba el diario ABC su apertura de la sección económica, el sábado cuatro de diciembre: Los mercados fuerzan a Zapatero a adelantar las reformas de las pensiones. En el entretanto, el viernes se conocía que el desempleo en Estados Unidos se había elevado hasta el 9,8% de la población activa, cifra récord para los norteamericanos, que a los españoles no nos asusta nada: estamos acostumbrados al 20%.
Luego vino el susto del domingo-lunes: Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal norteamericana, aseguraba estar dispuesto a seguir comprando bonos del Tesoro, es decir a ampliar los 600.000 millones de dólares empleados para proporcionar más liquidez, aún, al mercado. Quien mejor ha explicado el estupor provocado por la entrevista de Bernanke ha sido el español Bolsamanía: en efecto: se amplía la burbuja para reactivar la economía pero se anuncia que Estados Unidos no volverá a sus niveles actuales de empleo durante un lustro. ¿No es genial? Se ofrece más dinero a los especuladores mientras se exigen medidas de ajuste que perjudican a los trabajadores y a las clases medias. Entre especuladores y trabajadores, las dos potencias mundiales, USA y UE, han optado por los primeros.
La única solución para romper el círculo vicioso de la economía financista consiste, precisamente, en dejar quebrar a los bancos en apuros y a los países en apuros. Es decir, optar por los pobres en lugar de por los ricos.
Eulogio López
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