Tras la derrotas en Francia y Holanda, otros países, como Reino Unido o Dinamarca, ya han suprimido sus previstas consultas electorales sobre el Tratado Constitucional. Ahora bien, parece como si los líderes europeos siguieran recluidos en su elitismo, pergeñando una Europa a espaldas de la ciudadanía. Es como si el sufragio universal les pareciera un instrumento demasiado romo para su elevado proyecto. Pues bien, la única forma de salir de ese elitismo castrante y cursi y rehacer la Constitución es someterla a referéndum en los 25 países de la Unión, el mismo día y a las mismas horas.
El presidente de turno de la Unión, el luxemburgués Jean Claude Juncker, afirmaba en la noche del jueves que, al menos, nadie había pedido enterrar la Constitución. Pero es una verdadera pena. La Constitución debe ser enterrada, porque no es una orden ministerial que pueda introducirse de rondón y porque, entre otras cosas, no es una constitución, sino un simple tratado entre Estados. Por de pronto, debe dejar de ser una Constitución para empresas y debe ser una Constitución para los ciudadanos, donde la persona vuelva a ser el centro de atención. Sí, hay que enterrar la Constitución de Giscard y cuanto antes.
Pasando al apartado económico, otro de los temas de la Cumbre, se hace necesario suprimir la Política Agraria Común (PAC), uno de los culpables del hambre en el mundo. Insisto en que una Europa con un presupuesto común del 1% será una Europa unida al 1%. Ese tope debe elevarse o no servirá para nada. Si no, no habrá solidaridad entre países ricos y países pobres. Y sin ese principio de solidaridad, Europa no tiene sentido
Pero, probablemente, para lograr algo así se necesitan líderes con la necesaria grandeza para afrontar cambios que hoy suenan a radicales, aunque son los que indica la prudencia. Europa debe salir de su elitismo y debe expulsar a su actual élite política: no dan la talla.
Eulogio López