España copia el sistema francés de seguridad… y de histeria ciudadana

 

 

Según un informe de la inteligencia francesa, hasta 2010 se abren tres escenarios en Europa. Los servicios secretos de monsieur Chirac concretan estos escenarios en tres niveles de seguridad, que también podríamos llamar de histeria colectiva, y que, además, se presentan como sucesivos. Tras el 11-S, todo Occidente y desde luego Francia, estaría en nivel verde de práctica normalidad, salvo en las relaciones con el país afectado, Estados Unidos: cierta agitación social, prevención, especialmente en los transportes públicos y en las grandes aglomeraciones urbanas, y escasa repercusión económica. Ahí, la política francesa más aconsejable es la de resaltar los tradicionales pactos de amistad franco-árabes. El 11-S y Ben Laden son una cuestión norteamericana, y los servicios secretos consideran que la política franco-alemana, de clara oposición a la invasión de Iraq, fue la más acertada. No se trataba sólo de oponerse a la guerra, sino de dejar bien claro ante el mundo islámico dicha oposición y la ruptura del Eje atlántico.

 

Tras el 11-M, donde el terrorismo islámico golpea ya en un país de la Unión Europea, para ser exactos en Madrid, la seguridad francesa aconseja pasar de inmediato al segundo nivel: el amarillo. Francia comienza a imitar a Estados Unidos y empieza a interponer filtros a la migración islámica. Además, Francia empieza a plantearse la vigilancia de sus infraestructuras, especialmente de transportes, de forma continuada. La presencia policial aumenta en las calles, pero eso no basta: los cuerpos de seguridad no tienen efectivos para vigilar las vías del tren, por ejemplo, por lo que se precisa la presencia del Ejército. El Ejército pasa a ser policía. No haya otra forma. La policía y los servicios secretos deben dedicarse preferentemente a la investigación y eso conlleva la realización de bases de datos, porque el terrorismo islámico es una nebulosa, no una jerarquía, y, encima, no tenemos información alguna sobre él. Las fronteras comienzan a cerrarse. En el nivel amarillo, la repercusión económica comienza a ser importante, aunque todavía es interna: los informes franceses afirman que se reducirán las decisiones de inversión y sufrirá el consumo interno y las exportaciones.

 

Pues bien, el informe al que hacemos referencia ya ha abierto la tercera fase o nivel rojo. En él se plantea abiertamente el blindaje de Francia respecto al terrorismo islámico. Las tesis del ex ministro francés del Interior (hoy al frente de Economía), Nicolás Sarzoky, en el sentido de que hay que vigilar a los imanes y los mensajes de las mezquitas y de los centros de formación islámica en territorio francés, antes despreciadas por racistas por la mayoría del Gabinete Raffarin, son ahora puestas en práctica sin tapujos por el sucesor de Sarzoky, Dominique de Villepin, considerado el más ‘liberal' de todo el Gabinete. Cuando Sarzoky, a principios de año, expulsó a tres imanes, se jugó todo su prestigio entre el gaullismo francés; ahora, todo el remozado Gabinete Raffarin ha cerrado filas contra el fundamentalismo islámico.

 

En este nivel se acentúa la dedicación del Ejército a tareas policiales. Se mantiene el público distanciamiento de Estados Unidos, incluso con el deseo apenas oculto de que Iraq se convierte en la tumba de George Bush y en otro Vietnam. La política exterior francesa debe seguir, según sus servicios de inteligencia, en el mismo sitio: tender la mano al Islam. Es la política interior la que debe cambiar hacia la mano dura con el fundamentalismo islámico. Se recuerdan las palabras de Sarzoky cuando advertía que más de 100 barriadas francesas (especialmente en París, Burdeos y Marsella) escapaban al control del Gobierno francés. Francia se prepara para blindarse ante la migración islámica, especialmente del Magreb (Argelia y Marruecos), países a los que los servicios secretos franceses consideran un verdadero criadero y coladero de terrorismo islámico.

 

En esta tercera fase, de clara alerta social, las repercusiones económicas son muy graves. En primer lugar, la gente no sólo consume menos, sino que viaja mucho menos. En segundo lugar, el informe ya anuncia la previsible subida de los precios del crudo, que podría cercenar de raíz la incipiente recuperación económica europea. Además, nadie duda de que ni George Bush ni John Kerry cambiarán su actual política: Estados Unidos crece a fortísimo ritmo, pero con déficit fiscal y comercial continuado. Se espera, además, una retracción del comercio mundial en 2004. Pero, en cualquier caso, la principal repercusión será el alza del precio del crudo. No sólo es la situación iraquí la que preocupa, sino la inestabilidad en Arabia Saudí, convertida en terreno de abono para terroristas, y las inestabilidades políticas en otros dos grandes productores de petróleo y gas, éste último el combustible de moda: Nigeria y Venezuela. Y todo ello genera en Francia una ola de neo-proteccionismo.

 

El nuevo ministro de Economía, el mencionado Sarzoky, ya lo ha dejado claro cuando repite, ante la expresión de horror de todo el liberalismo europeo, que el Gobierno francés no va a dejar caer a sus grandes empresas, casi todos ellas en crisis e incapaces de competir sin la ayuda del dinero público: Alstom, France Telecom, etc. En la nueva etapa económica abierta el 11-S y ratificada en el 11-M, en la era del terror, no hay lugar para el librecambismo.

 

Pues bien, la política que describe y aconseja este informe de la inteligencia francesa está siendo calcada por el nuevo Gobierno español de Rodríguez Zapatero, que se caracteriza por su afrancesamiento. Eso sí, con problemas. En primer lugar, porque el Ejército español, desde que Aznar suprimiera la conscripción, no tiene efectivos suficientes, ni de lejos, para ejercer de policía. Probablemente, la eliminación de la mili haya sido una de las decisiones más inoportunas del Gobierno Aznar.

 

Por otra parte, el PSOE no puede reforzar los cuerpos de policía hasta el infinito, sin comprometer aún más el erario público. Por ejemplo, tras acusar al PP de fomentar la seguridad privada, el PSOE no renuncia, ahora que ha llegado al Gobierno, a emplear a compañías de seguridad privada (como Securitas, Prosegur, etc.) para blindar los aeropuertos, animándoles a que adopten funciones para las que, sencillamente, no están preparados.

 

De lo que no cabe duda es que la histeria se ha apoderado de Occidente. Y nada hay más caro, ni más castrante, que el miedo al miedo. Así, todo apunta, por la vía Sarzoky a un recorte de libertades en Europa.