En la mañana del lunes, la Comisión Europea trasmitía al nuevo Gobierno de Iraq su condición para establecer un sistema de ayuda económica e incluso policial: que Sadam Hussein no sea condenado a muerte. Recordemos que la nueva constitución iraquí no ha suprimido una pena que todos los grupos del país consideran irrenunciable.
Ahora bien, eso condicionaría la independencia de los tribunales, y el Ejecutivo de Bagdad no sabe cómo salir de ello.
Al mismo tiempo, Washington pretende justo lo contrario. La Casa Blanca sólo tiene como referencia las presidenciales de noviembre, pero lo cierto es que temen que, si no es condenado a muerte, no sólo no se pacifique Iraq (con los marines aún en el país) sino que incluso Sadam Hussein recupere el poder.