La estrategia de Zapatero tiene tres partes. En primer lugar, avanzar un plan de austeridad potente -según Alonso- para tranquilizar a los mercados. El Consejo de Ministros de este viernes aprobará un plan de recorte de 50.000 millones de euros para el período 2010-2012. Es el papel que debe de pasar Madrid a Bruselas para convencer a las autoridades comunitarias de que cumpliremos con el plan de estabilidad. No se tocará el gasto social. Ni Educación, ni Dependencia ni subsidios de desempleo. El plan estaba contemplado en la Ley de Economía Sostenible. Lo que no se entiende es por qué se plantea un plan de austeridad después de haberse aprobado el presupuesto antesdeayer. Porque el presupuesto es la ley de leyes, la justificación del Parlamento: el órgano que decide qué gastamos, dónde lo gastamos y de dónde lo obtenemos.
La segunda parte consistirá en tratar de involucrar a las CCAA en el plan de austeridad. Después de haber aprobado un nuevo modelo de financiación autonómica se reclama austeridad. ¿No habría sido mejor hacerlo antes? Y sobre todo, el Gobierno dispone de un mecanismo de lujo para controlar el gasto de las CCAA: el aval de su deuda. Si quiere evitar que las CCAA se descontrolen basta con que no firme los avales. ¿A que es sencillo?
Tercero: no hacer nada. Ya saben, 'el papel lo aguanta todo'. El Gobierno presentará un papel ambicioso de gasto, pero la realidad será más marketing que otra cosa. La estrategia básica de Zapatero consiste en no hacer nada, que nadie se mueva. Aguantar, esperar y ver cómo los 'ladrilleros', los banqueros y los toreros malos. La esperanza es que la parálisis coincida con el motor externo que tire de nosotros. Y mientras tanto, a hacer como que hacemos. Lo que no sabe -o no quiere saber Zapatero- es que no cuela. Los mercados ya no se lo creen. Y ya empiezan a aparecer los 'gurús' que afirman que somos el verdadero peligro para la moneda única.