Este monseñor debería ser periodista, se lo merece. Las estadísticas son el cáncer de la profesión porque convierten los hechos en tendencias, o sea, los deshumanizan. Por eso, el monseñor que escribió Un peluche en el prostíbulo (La Nación), no nos habló del aumento de la prostitución, sino de una caso concreto de la muy antigua y moderna esclavitud de las meretrices. Esclavitud que puede contar con un esclavista como en el presente caso- o puede ser auto-esclavitud, la de la chica que con el corazón vacío, la cabeza vacía y el alma desordenada, se entrega al asunto.

En cualquier caso, esto es esclavitud: una tragedia personal, no estadística, por la estadística siempre resulta tragicómica. Insisto: buen periodista, el monseñor.

Y hablando de auto esclavitud, el metro de Madrid fue escenario de la prostitución icónica convocada por Internet, al parecer en 44 ciudades: jóvenes en bragas o calzoncillos- caminado por el metro como si no pasara nada, mientras la cobardía y el atontamiento general impedía reaccionar como se debiera: llamando guarros y guarras a las susodichas. ¿Es una forma de prostitución? Por supuesto que sí. Pero si no cobraban por exhibirse. Sí, claro que cobraban, en su estúpida vanidad adolescente de convertirse en el objeto de atención de los que le rodean. Con razón los clásicos hablaban de la Mujer discreta, culmen de la sabiduría humana.

Por lo demás, de ser meretriz icónica a meretriz carnal sólo hay un paso.

Si ZP quiere luchar por la dignidad de la mujer, ahí tiene un frente de lo más interesante: acabar con la prostitución.

Eulogio López

Eulogio@hispanidad.com