La situación es ésta: Rubalcaba, Pumpido y Garzón han convertido el teléfono en un deporte de riesgo. El PSOE dispuesto a ganar las elecciones con el uso espurio de fiscales y policías.
El panorama político español es tan complejo que hasta Javier Arenas, vicesecretario general del Partido Popular, puede andar cargado de razón, aunque sólo sea de vez en cuando el andaluz, el sábado 10, denunciaba que los socialistas de la hija de Manuel Chávez, de Mercasevilla, de Estepona, Gijón, el Caso Faisán, etc, no podían dar lecciones de ética política a nadie. Pero todos esos casos han pasado desapercibidos, mientras que sólo se habla de Gürtel. Por cierto, un Gürtel que ya se les ha ido de las manos a los aprendices de fuego que lo pusieran en marcha y que ahora afecta al propio PSOE, según ha denunciado Gaceta de los Negocios en una espléndida información.
En cualquier caso, bien está que se denuncie la corrupción independientemente de cuáles sean las intenciones del denunciante, pero no que se utilicen los medios del Estado para machacar al enemigo político.
La situación es ésta: Zapatero es un desastre en política económica y las encuestas comienzan a dar vencedor al PP por vez primera en cinco años. Solución: se ha puesto en marcha el binomio Rubalcaba-Garzón, o mejor, la complicidad entre el Gobierno, la Fiscalía General del Estado, que lidera Cándido Conde Pumpido, y algunos medios de comunicación a los que filtrar las investigaciones.
Si se dispone de jueces dispuestos a ordenar cualquier conversación Telefónica incluida las de abogados con sus clientes-, fiscales dispuestos a acusar a los políticos siempre que sean de la oposición- a policías que se van de cacerías con jueces y que cumplen cualquier orden sin rechistas y a jueces que filtran informaciones a los medios informativos afines con total desfachatez, todo el juego democrático se convierte en un filfa. España se ha convertido en un país grabado, donde la Fiscalía, la policía y algunos jueces, con el apoyo de determinados medios informativos, repiten el esquema de la obra 1984 y convierten la democracia en una filfa.
Eulogio López
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