Además de una virtud teologal, la esperanza es: Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos.
De la película -cuyo nombre desconozco- solo recuerdo una imagen: un muchacho, con serios problemas familiares, nada hacia la orilla, acompañado en una barca por su madrastra, como apoyo logístico y rescate en caso necesario, pero ella hace lo contrario, le dice que está muy lejos, que no llegará -cuando está realmente cerca- y él, totalmente desesperanzado y agotado, deja de nadar y se ahoga.
España -como el muchacho- está nadando, agotada, y nuestro padrastro -al revés que la madrastra- dice que estamos llegando, pero la realidad apaga las mentiras de nuestro Presidente, y corremos el riesgo de hundirnos definitivamente.
Contra este estado de cosas animo a mantener la esperanza, que es posible el cambio, que podemos salir de esta ciénaga moral, económica, convivencial, política en fin, peor que la marea negra del golfo de México. Pero la esperanza debe apoyarse en una base firme: San Agustín dice haz lo que puedas y pide lo que no puedas. Los creyentes en Cristo debemos tenerlo claro, los demás aplíquenselo a su medida.
Amparo Tos Boix