Tiene razón Puigcercós cuando denuncia la hipocresía del resto de fuerzas políticas en relación al espinoso asunto de la financiación. Porque es verdad que todos los partidos catalanes -cuando decimos todos, decimos todos- se financian en parte con las cuotas de sus cargos públicos.
La diferencia con ERC es el volumen, el tacto, la dimensión y el talante. Quizás por la falta de experiencia. El resto de fuerzas políticas cobra el impuesto revolucionario a sus cargos políticos. Pero tienen buen cuidado de que no afecte a técnicos, funcionarios y mucho menos a personal eventual. No ha sido el caso de ERC, que en la necesidad de pasta ha circulado la famosa cartita a todo hijo de vecino que hubiera caído en una consellería regida por los republicanos. Paga el peaje o atente a las consecuencias. De esta forma han convertido Cataluña en Sicilia.
Aunque Manuela de Madre se rasgara las vestiduras, la verdad es que también el PSC cobra el impuesto revolucionario, sólo que de manera selectiva, no generalizada.
Sr. Carod, el gangsterismo, con moderación, dura más. Un poc de seny, sius plau.