Sr. Director:
Supongo que a la vista de la más reciente decisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid autorizando el uso de la sanidad pública para operaciones de cambio de sexo, a los más acérrimos defensores del PP no les queda otra que apelar a la unidad de España.
La historia de los últimos 30 años nos muestra bien a las claras que la única diferencia entre el PP y el PSOE es de grado y de tiempo. Lo que el PSOE quiere para hoy, el PP lo quiere para mañana y un poco edulcorado. Y esto se aplica a cualquier ámbito de la política, incluido (me temo) el de la unidad de España. Por desgracia no existen principios sólidos ni en el PP, ni en el PSOE excepto el principio de la permanencia en el poder, ese es muy sólido.
Personalmente y como católico, la unidad de esta España me importa un rábano. Creo que hay cuestiones sustancialmente más fundamentales que deberían importar a un católico, y que urge resolver. Sospecho que cuando las cuestiones de fondo sean resueltas, la unidad de España vendrá por añadidura.
Como católico milito en la Comunión Tradicionalista Carlista que ofrece principios bien sólidos y no soluciones de buhonero. Comprendo, desde luego, que uno se siente más acompañado militando en un partido mayoritario, por desgracia la compañía de muchas personas no es el remedio que ayuda a tranquilizar mi conciencia. Tengo ese defecto, qué se le va a hacer.
Javier Echanove
echanoj@gmail.com