Sr. Director:

Tomato Lichy y Paula Garfield son un matrimonio inglés que están de actualidad por pretender ser nuevamente padres mediante una fecundación artificial que tiene por objeto un diagnóstico preimplantatorio que les permita seleccionar un embrión sordo, como ellos y su hija.

Consideran que la sordera no es un defecto o una limitación, sino un rasgo diferenciador, una realidad positiva con aspectos maravillosos. Según su punto de vista, en una comunidad de sordos, como lo es su familia, el discapacitado sería el que oye. La lógica que emplean en su discurso es irrebatible.

Sin embargo, el Parlamento Inglés pretende rebatirles, introduciendo una cláusula en el Proyecto de Ley de Fertilización Humana y Embriología que tramita. Es decir, lo que el Parlamento pretende es que los ciudadanos hagan suyos unos presupuestos falsos y, además, que razonen de forma ilógica para llegar siempre a las conclusiones que también determina el propio Parlamento, es decir, la trampa. Si a través de un impecable y lógico discurso llegamos a una conclusión que no se sostiene: un sordo no es un discapacitado; lo que falla es el relativismo que sostiene el discurso en el origen.

Porque Tomato y Paula tienen razón al afirmar: "si las personas que oyen tienen derecho a eliminar embriones sordos, nosotros deberíamos tenerlo también para desechar un embrión sin sordera". Lo que es falso es que alguien tenga derecho a eliminar un embrión humano.

El Parlamento, inglés o español, no puede "ampliar los derechos" para que unos ciudadanos puedan matar a otro ser humano en fase embrionaria y exigir al resto que razone de forma ilógica para no tener que reconocerles ese mismo derecho. Dicho de otra forma: el Estado no es la fuente del Derecho, sino que bien puede llegar a ser la fuente de toda arbitrariedad y discordia, tan sólo con que deje de reconocer la verdad objetiva y razonable de las cosas.

Serafín García

serafingh@yahoo.es