Decía este viernes que la fecha de convocatoria de elecciones, 20 de noviembre, no significa nada especial para él, sino que se debe a una pura cuestión de calendario. Cuesta creer que el hombre que se ha preocupado por sacar adelante una Ley de Memoria Histórica o que comprende la desgracia de Irene Villa debido a que perdió a su abuelo en la Guerra Civil (unos 25 años antes de que el presidente naciera) no tenga en cuenta que el 20-N todavía es una fecha simbólica en España. Tampoco cuadra que el día haya pasado inadvertido para la mentalidad retorcida de los estrategas que supieron aprovechar el 11-M para ganar unas elecciones en 2004.
Zapatero no disimula que el anuncio se produce para evitar que el debate político gire en torno a la fecha de las elecciones y que la incertidumbre desvíe la mirada de otras noticias que el Gobierno quiere llevar a las portadas de aquí a la convocatoria de elecciones.
Desde un punto de vista de partido, la convocatoria también desvía el debate sobre quién ostentaría la Secretaría General del Partido. Rubalcaba es candidato, pero no controla por completo el PSOE. Para hacerlo, tendrá que ser elegido como tal durante un Congreso interno. Por el momento, Zapatero se guarda esa baza, ya que no sería lógico convocar ese congreso en plenas elecciones.
La cuestión es que ZP quiere pasar a la historia como un gran hombre y quiere que su salida del partido sea más digna que su salida del Gobierno. Este viernes no quiso hacer balance y deja el examen para más adelante. Además, señaló que no acudirá a Rodiezmo por segundo año consecutivo para celebrar la fiesta de la minería leonesa. En otros tiempos quedaba muy rojo, pero las pitadas de los mineros fueron capaces de desteñir el pañuelo al cuello del presidente.
Rodrigo Martín
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