La leyenda de la película afirma que El último golpe está basado en hechos reales. No lo dudo, pero el desarrollo cinematográfico de esos acontecimientos es tan divertido que resulta bastante increíble que se atenga, fielmente, a la realidad.
Matthew Broderick encarna a un aspirante a director de cine que cree haber encontrado al productor de sus sueños. Los múltiples, y desacertados, cambios en el guión original no le desaniman, tan sólo desea que su película vea la luz. Lo que no sospecha es que su "proveedor de fondos" es un agente del FBI que utiliza la puesta en marcha de la película para descubrir las turbias relaciones entre los sindicatos de camioneros y
El último golpe es una simpática parodia alrededor de las dificultades que conlleva sacar adelante un proyecto cinematográfico (de esto podrían hablar, horas y horas, los directores noveles españoles). En los años 50 hubiera sido calificada de película de serie B por sus escasas pretensiones (hacer pasar un rato entretenido), pero un buen reparto de actores la hacen una opción a tener en cuenta.