Vuelve el social-nacionalismo. ZP se dispone a escenificar un acercamiento a Rajoy para acabar pactando con nacionalistas catalanes y vascos.

Es decir, lo mismo que en 2004-2008. Eso sí, esta vez se pretende que el social-nacionalismo se gestione con ‘moderados', es decir, con CiU y PNV, no con independentistas tipo ERC. No obstante, ZP no puede librarse de los extremistas del BNG, ni tomar Navarra sin los extremistas de Nafarroa Bai. En cualquier caso, a pesar del bipartidismo que marcaron las elecciones, el objetivo será el mismo aislar al PP hasta que parezca extrema derecha. También proseguirá la colonización de España por las empresas francesas y alemanas   "Euskadi no es una parte subordinada de España". El grito del lehendakari Juan José Ibarretxe en el Día de la Patria Vasca (Aberri Eguna), que para demostrar el carácter laico del PNV se celebra el Domingo de Resurrección, así como las baladronada del presidente del PNV, Íñigo Urkullu, preparado para poner nota al presidente del Gobierno -"a ver si da la talla"- muestran donde estamos. No deja de tener cierta gracia que el líder de un partido con una sangría de votos, a pesar de haber rebañado sufragios de los independentistas de Batasuna, adopte una actitud tan chulesca frente al ganador de las elecciones en el País Vasco, el PSOE, pero resulta explicable, dado que, tanto Urkullu como Ibarreche, saben que Rodríguez Zapatero repite estrategia en esta su segunda legislatura: aislar al Partido Popular. Mejor: se escenificará un intento de Pacto de Estado con el PP, al tiempo que pactará con CiU y PNV. Se trata, como en 2004-2008, de orillar al PP hasta que parezca un partido de extrema derecha. ZP afirma que "los electores no nos perdonarán que no nos pongamos de acuerdo en algunas materias". Ese es el mensaje para sus electores de Andalucía, La Mancha o cualquier otro lugar que no sea Cataluña, Euskadi y, cada vez más, Galicia, pero al mismo tiempo mete en la negociación al PNV, y su poderoso aparato mediático ventea las excelencia de un pacto con el PP y con el PNV a un tiempo, aunque todo el mundo sabe, Moncloa más antes que nadie, que no es posible meter en el mismo saco al PP y a los nacionalistas vascos. Ni posible ni justo, dado que el PP obtuvo 154 diputados y el PNV 6. En lugar de aprovechar los resultados para formar una alianza entre el PP el PSOE -suman 323 de los 350 diputados de la cámara-, que sería aplaudida por casi todos los españoles, ZP prefiere consolidar el guerracivilismo de la dos españas, la roja y la azul, lo mismo que el socialismo de la II República: aliarse con los comunistas –que no pintan nada- y sobre todo, con los nacionalistas, frente a la derecha. ¿Absurdo? Sí para el país, pero no para ZP: él sabe que ningún nacionalismo, ni tampoco Izquierda Unida, puede arrebatarle La Moncloa: el PP sí.

Es una escenificación, que hoy ha vuelto a cubrir un nuevo acto en la reunión de la Ejecutiva del PSOE: presunta mano tendida hacia Mariano Rajoy, cuando lo cierto es que se busca precisamente lo contrario: aislar al PP, que es el único que puede arrebatarle el poder, pensamiento éste que obsesiona a Zapatero, un hombre que nunca ha trabajado fuera de la política.

CiU y PNV lo saben y, a pesar de sus magros resultados, se aprovechan de ello. Quieren más social–nacionalismo, y por eso el PNV exige más autogobierno. Ibarreche clama: "Euskadi no es ni será nunca una parte subordinada de España". Lo de ‘subordinada' forma parte del victimismo nacionalista, pero lo cierto es que la inmensa mayoría de los españoles, de izquierdas o de derechas, piensa justamente eso: que Euskadi es parte de España. Incluso subordinada, si por ello entendemos que Euskadi, y cualquier otra comunidad autónoma, debe estar subordinada al conjunto del país, es decir, al bien común de todos.

La diferencia estriba en que, en esta legislatura, ZP quiere huir de la propia trampa en la que se metió con el social-nacionalismo de 2004-2008: ahora quiere cambiar al nacionalismo ultra, el independentista, de, por ejemplo, ERC, por el nacionalismo moderado de CiU y PNV, mucho más presentable ante el conjunto de la opinión pública española. Ahora bien, ¿cómo liberarse del independentista BNG, con el que gobierna Galicia, o cómo hacerse con Navarra sin pactar con los independentistas de Nafarroa Bai, todos ellos procedentes del entorno Batasuna?

En cualquier caso, el tinglado de la antigua farsa zapaterista se vuelve a poner en marcha. Oficialmente, se trata de pactar con el PP. En la práctica, todo consiste en aislar al PP con un pacto con CiU y PNV, a cambio de mayor cuota de poder en el primer caso y de más autogobierno, todavía más, en el segundo. Y, naturalmente, serán los votos de CiU y PNV los que otorguen la investidura a ZP como presidente y, lo que es más importante, los que aseguren la mayoría absoluta de hecho al PSOE en las votaciones más importantes, por ejemplo, las leyes de Presupuestos.

¿Y en política económica? Todo va a seguir igual: capitalismo a ultranza combinado con subvenciones públicas, con una política macro de contención del déficit fiscal (cada día más complejo por la crisis y por el coste de las promesas electorales de ZP) bajo el esquema de la legislatura vencida: salarios bajos, impuestos altos y vivienda cara. Todo ello, combinado con una política empresarial de cesión de las empresas españolas punteras a las multinacionales extranjeras públicas o semipúblicas, especialmente francesas y alemanas. Es decir, la colonización empresarial, que comenzó con Endesa, hoy propiedad del Gobierno italiano.