Pobre de aquél que no se guarde sus críticas hasta después de las elecciones generales. Con guerra del fútbol o sin ella, PRISA, La Sexta y Tele 5 -además de RTVE- serían los encargados de hacer el trabajo sucio. No piensen en telediarios, sino en espacios tipo ‘Aquí hay tomate'. Ante unos resultados inciertos, Moncloa necesita que el mundo del dinero le apoye… por las buenas o por las malas. Por el momento, la operación Boadilla ha dado resultado: Botín comenta que ZP es "simpático". Miguel Barroso convirtió un encuentro privado en una reunión abierta a la prensa. Se trataba de lanzar dos mensajes: 1. El mundo empresarial está con el Gobierno socialista. 2. A pesar de lo que diga Solbes, la economía marcha estupendamente. Según Moncloa, ZP en ningún momento reprochó a Botín la posible venta de Cepsa a Sonatrach. La amenaza socialista no sólo chantajea a los empresarios sino a quien tenga influencia social: líderes ciudadanos, editores, etc.   Miguel Barroso, el principal consejero político de Rodríguez Zapatero, se subía por las paredes cuando le pasaron el resumen de las declaraciones realizadas a la cadena SER por el vicepresidente económico, Pedro Solbes. El genio de las finanzas, empleando todos los circunloquios propios del caso, había reconocido que se aproximaba un cambio de ciclo, es decir, que llegaban las vacas flacas, la temida crisis.

Inoportuna. Pedro Solbes, pensó Barroso, justo cuando él trata de convencer a ZP -ya lo ha hecho-, contra el parecer de Rubalcalba, de que las próximas elecciones generales no las ganará ETA, sino la economía, no la política antiterrorista, sino la política económica, especialmente la vivienda.

Por eso se montó la operación Boadilla, en alusión al municipio madrileño donde tiene su sede el Santander. Es cierto que Emilio Botín, personificación y arquetipo del mundo empresarial español, había solicitado que el presidente le visitara, pero ni en sus mejores dueños pensó el banquero en otra cosa que una visita privada. Fue Barroso quien, a última hora, cambió el carácter: de privado a público, con presencia multitudinaria de periodistas -sobre todo de fotógrafos- convocados a última hora (horas después un centenar de ellos se marchaban a Italia para contemplar el Gran Premio de Fórmula 1, con todos los gastos pagados, hoteles de lujo y la posibilidad de contemplar de cerca nada menos que a Fernando Alonso, a Luis Hamilton y a su señor padre).

El encuentro pretendía trasmitir dos mensajes:

1. El mundo empresarial está con el Gobierno socialista. Y si es su icono, Emilio Botín, quien lo dice, mejor que mejor, dado que con don Emilio no se atreve ningún empresario ni ningún medio de comunicación. Es el único español a quien aplaude tanto El País como El Mundo, Cebrián -que fue consejero de su hermano- como Pedro J. Ramírez, amigo personal de Ana Patricia Botín.

Por cierto, mientras ZP cuida la amistad de don Emilio, su vicepresidenta, la señorita Fernández de la Vega, practica lo propio con la hija y sucesora de Botín, Ana Patricia, presidenta de Banesto.

Las cascadas de mermelada derramadas sobre la mesa se completaban con la entrevista que un día después el banquero concedía a Intereconomía, y en la que, en pocas palabras, dijo que ZP es su héroe. Por cierto, desde Moncloa se presionó a distintos medios para que abrieran portada con la foto de ZP y Botín en mangas de camisa.

En definitiva, la cosa ha sido un éxito, al menos para ZP. Ahora, Emilio Botín dice de su ‘colegui', que le parece "un tipo simpático", mientras en el PP braman. Botín, o al menos sus asesores, no dan puntada sin hilo, así que es de suponer que, además de agradecerle los servicios prestados, si el PSOE gana las elecciones, el cántabro podrá reanudar su gran proyecto: comerse al BBVA, a cuyo presidente, Francisco González, sin duda ZP no visitará muchas veces.

2. El segundo mensaje era aún más importante, y también en este caso se cumplió el objetivo: al revés de lo que dice Solbes, la economía española marcha de madre y resistirá la crisis de crédito. Una crisis creada por especuladores como el señor Botín, pero eso es lo de menos: son especuladores norteamericanos. Don Emilio incluso tuvo tiempo para alabar la política de I D de ZP, lo cual es cosa de mucha risa, pero lo que importa no es lo que dice Botín sino que lo diga Botín.    

Un detalle, según cuentan en el Santander a Hispanidad, en ningún momento Zapatero le recriminó a Botín la posible venta de la participación del Santander en Cepsa a los argelinos de Sonatrach, lo que pondría en solfa el control español sobre el segundo gasoducto del Magreb en unos momentos en que el Gobierno de Buteflika golpea a España en su punto de suministro energético más sensible: el gas. No era el momento de regañar, ni de defender los intereses de los españoles: sólo los intereses electorales de ZP.

Y es que el PSOE no tiene claro el resultado de las próximas elecciones. Lo que sí tiene claro, y el PP no, es que no será ETA quien las gane. Se teme un atentado de la banda, sí, pero aún más una crisis económica, o la sensación de crisis, que ya es palpable en buena parte de la población.  Por tanto, no se puede permitir que cualquier voz autorizada del mundo empresarial diga que la política económica de ZP es manifiestamente mejorable. Desde Ferraz han salido avisos hacia las grandes empresas, mejor, empresarios, y otros centros de decisión: la crítica al Gobierno se pagarán en forma de escándalos. Serán la radio y televisión pública, así como los medios amigos, Prisa y La Sexta, principalmente, los encargados de airear escándalos económicos o sexuales, lo mismo da. Y no hablamos de los telediarios, sino de espacios como ‘Aquí hay tomate', los más eficaces a la hora de denigrar y destrozar la vida privada del empresario rebelde. Y sí: todo poderoso siempre tiene escándalos, siempre tiene cola que le pisen, más o menos cierta, más o menos forzada.

Esa es la consigna de Barroso y demás estrategas de ZP, ampliable a todo aquel líder social con influencia: editores, periodistas, líderes, ciudadanos y hasta algún deportista. Quien se atreva a criticar al líder se encontrará con una difamación o una calumnia.

Líderes en el sentido más amplio. Por ejemplo, Zapatero está intentando desprestigiar al cardenal arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares. Al tiempo.

Respecto a los medios, conviene no caer en un error. Por poner un ejemplo: Barroso no se cansa de repetir al presidente y a sus asesores que ni la COPE ni Federico Jiménez Losantos son los enemigos de ZP. Tampoco El Mundo, salvo que logre sacar adelante un escándalo. Es más, dentro de Unidad Editorial les preocupa más las críticas de Expansión, líder de la prensa económica, que las de Pedro José. Y esto porque -Barroso dixit- Federico es un personaje inigualable para seguir tensando, aunque no sólo sea verbalmente, el ambiente político. Federico es el prototipo de periodista que puede despertar al votante socialista comodón, ese que tiende a no ir a votar el día electoral y quedarse en casa. Les preocupa mucho más un periodismo menos atrabiliario que ponga sus vergüenzas al aire. Fíjense si esto será cierto que Miguel Barroso y Federico Jiménez se ven con frecuencia.  

Les preocupa, por ejemplo, el Grupo Planeta, especialmente Onda Cero, les preocupa la prensa económica, especialmente Expansión, La Gaceta y El Economista o los diarios digitales, y esos confidenciales tan odiados por ZP y Barroso. Un detalle: en la Secretaría de Estado de Comunicación de Moncloa, tras elaborar el resumen de prensa del vienes 7, Barroso sólo mostró preocupación por un titular de prensa, el que hacía portada en Expansión: "Los españoles han perdido poder adquisitivo desde