Artur Mas es ya presidente de la Generalitat con el apoyo de ERC, con quien ha pactado la convocatoria de un referéndum que nunca se celebrará.
Es una huída hacia adelante que ha provocado en Moncloa una aceleración de los preparativos para una posible intervención de la economía catalana, que les traduzco de esta guisa: el ministro de Hacienda, hoy Montoro, se convertiría en presidente de hecho de la Generalitat.
Una intervención de una Comunidad es algo parecido a un concurso de acreedores: el juez toma las decisiones del gestor; aquí sería Hacienda quien decidiera las prioridades a la hora de pagar o financiar.
En definitiva, el problema catalán se ha convertido en una cuestión de orgullos pueriles: como no me dais lo que quiero en lugar de pedir un pacto fiscal pido la independencia. Al mismo tiempo, desde el Gobierno Rajoy se asegura. Como no cumplís la ley os aplico la ley. Ambos están diciendo lo mismo: "¿No quieres caldo? ¡Toma dos tazas!".
O Madrid o Barcelona deberán abandonar las rabietas infantiles y tender la mano al contrario. Eso si, la parte más débil no es Rajoy, sino Mas, a quien los radicales están utilizando y al que acabarán destronando cuando deje de serles útil.
Eulogio López
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