La configuración de las listas electorales populares para concurrir a las próximas elecciones europeas demuestra la escasa capacidad de autocrítica del PP. Las europeas se han convertido en un refugio para quienes se han quedado "con la brocha en la mano", tras "los atentados del 14-M". Y así, Jaime Mayor Oreja se convertirá en cabeza de cartel, cuando su mayor activo político es la defensa de la españolidad del País Vasco. Pero don Jaime lleva demasiados años picando piedra en solitario. Su retraso al pleno de presupuestos todavía no se ha olvidado entre sus correligionarios. Y sobre todo, se encuentra cansado después de la frustración de no haber salido elegido sucesor por el dedazo de Aznar. Además, según fuentes próximas al diputado por Vitoria, "Mayor Oreja está en un momento vital en el que necesita ganar dinero porque tiene a sus hijos en edad universitaria". Todo sea por la guita.
Mayor Oreja estará acompañado por el ex portavoz parlamentario del PP, Luis de Grandes, el ex Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y por la coordinadora de organización del PP, Ana Mato. Súmenle a la lista la voluntad de la ex ministra Ana de Palacio de recuperar su estatus de europarlamentaria. Como ven, todos personajes claramente marcados por una vocación europeísta, con enorme capacidad para aportar valor en los debates del Europarlamento.
De esta forma, el aparato del partido se hace fuerte en Génova y envía las "sobras" más dignas a Bruselas. El problema es que el PP resuelve de esta forma la ubicación de sus vacas sagradas que se han encontrado descolocadas tras el 14-M. Pero no ofrece un proyecto ilusionante de cara a unas elecciones en las que el PP se juega el prestigio moral del aznarato.
Claro que el PSOE ha apostado duro y ha optado por jugar la segunda vuelta con todas las cartas. Cuenta a su favor con el goteo en el regreso de las tropas españolas en Iraq. La política popular para configurar sus listas, también.