Los peperos están emocionados con la capacidad de movilización que ha demostrado el Foro Español de la Familia. Gran parte del éxito de movilización se debió a la recogida de firmas que permitió el calentamiento social durante varios meses. Más de 6.000 compromisarios acudieron a las calles y plazas para recoger firmas en defensa del matrimonio y de la infancia. El broche de oro fue la manifestación del 18-J. Y como inercia de ese movimiento, la familia volvió a salir a la calle el 12-N.
En ambos casos el asunto pilló a contrapié al PP. Y ahora deciden tomar la iniciativa, tratando de revestirse de ciudadanos. Las estructuras del partido no sirven. Quieren sacar la ciudadanía a la calle recoger millones de firmas contra el atropello del Estatut, según señalaba en la mañana de este martes, Mariano Rajoy. Acebes reconocía que ya tenían toda la logística preparada.
Y lo que esperan es que se pueda llegar a un referéndum para que la ciudadanía pueda opinar y participar, señala Rajoy, quien se muestra partidario incluso de que coincida con el referéndum del Estatut en Cataluña. De esta forma, el PP demuestra que no está dispuesto a perder la espita política que le ha proporcionado el disparate (palabra archiutilizada por Rajoy) estatutario. Ha sido el Estatut y no otra cosa el que ha descremado las posibilidades electorales del PSOE.
Y como Rajoy tiene la convicción de que el acuerdo no está cerrado y de que hay muchos flecos, va a aprovechar para hacer desgaste en la convicción de que el desgaste del PSOE es la victoria del PP. No ofrece ni un solo gramo de confianza a que el Estatut haya mejorado respecto a su aprobación el 30 de septiembre. Y por eso propondrá recuperar el recurso previo del Tribunal Constitucional. De esa manera, los catalanes podrían decidir con mayor criterio e información, apunta.
Y eso sí, vuelve a ofrecer todo su caudal político para llegar a un acuerdo con el PSOE y recuperar los consensos en las materias básicas. Yo le ofrecí el apoyo del PP, me dijo que sí, aunque semanas más tarde me dijo que no. Como hiciera en enero de 2005, Rajoy insiste, aunque esta vez quedará a la espera de la llamada presidencial. Si me llama, iré, es mi presidente, dice con pocas expectativas de que el consenso sea posible. Lo que pasa es que la ausencia de consenso beneficia la estrategia del PP de desgaste. Atentos a la próxima maniobra de despiste de ZP.