Mariano Rajoy sabe que ya no puede esperar nada del Gobierno Zapatero en materia de reforma financiera. Lo que haya que hacer con la banca lo tendrá que hacer el próximo Gobierno o sea, el suyo. Tampoco tiene prisa por forzar la dimisión de Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), el gobernador del Banco de España, que ha perpetrado una innecesaria reforma financiera con desesperante lentitud y ha convertido en bancos con problemas a algunos que no los tenían.
Ahora bien, Rajoy no quiere asumir el descrédito de emplear dinero público para sanear bancos, al menos más de lo que lo han hecho los Zapatero, Rubalcaba, Salgado y MAFO. Por tanto, no le agrada lanzar el banco malo, es decir, una entidad de carácter público que se coma todos los activos tóxicos de la banca.
No, en el PP ha surgido la idea del modelo Société Générale. El banco francés ha decidido no repartir dividendo para enjugar las pérdidas de sus inversiones en deuda soberana griega. En pocas palabras: el PP pretende que la banca, mediante una instrucción canalizada a través del Banco de España renuncie a repartir dividendo durante un año y dedique ese dinero a sanear la carrera inmobiliaria. Según el partido de Rajoy, cuyo responsable económico es Cristóbal Montoro, el daño que esa decisión provocaría a su capitalización no podría ser superior a la caída de la cotización provocada por el desprestigio de la reputación financiera del Reino de España. En cualquier caso, el saneamiento bancario se haría con cargo a los propios bancos, no al Estado.
Ahora bien, los bancos no están por la labor. Otra vez, los mejores protestan porque se les equipara con los peores. Santander y BBVA aseguran que ellos pueden sanearse perfectamente sin afrontar una caída en bolsa, con sus inevitables consecuencias sobre la búsqueda de liquidez. Más bien, Emilio Botín y Francisco González insisten en la teoría de no salvar lo insalvable -doctrina ratificada por el presidente de la patronal AEB, Miguel Martín. Se refieren a los bancos que FG denominó zombis y que, antes, Botín calificó como entidades que deberían salir del mercado. Eso sí, ninguno de los tres especifica cómo sacarlos del mercado: ¿Quiebra pura y dura? ¿Absorción por los grandes? ¿Con qué ayudas públicas?
En cualquier caso, la iniciativa del PP está sobre la mesa.
Eulogio López
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