El PP intenta, con poco éxito, movilizar al mundo económico para que fuerce la dimisión de Zapatero

Al tiempo, los felipistas -ahora encabezados por Joaquín Almunia- se conformarían con que ZP cediera la Presidencia y se planteara un Gobierno de concentración para hacer frente a la crisis. Rajoy también intenta que  el mundo empresarial se apunte a la campaña para que ZP se marche, pero el dinero es cobarde.
El interrogante colectivo español es éste: cambiar de Gobierno, cambiar de presidente o convocar elecciones.

La economía española y la City madrileña andan obsesionadas con el desprestigio de España en general y del Gobierno Zapatero, y de su presidente, en particular.

Una alternativa que es un clamor: o cambiar de Gobierno o cambiar de presidente o convocar elecciones. Y todo ello, con un PP que ya aventaja en casi cuatro puntos al PSOE en intención de voto, según el CIS, aunque comicios privados amplían esa diferencia. Y el PP también baja: sencillamente, la imagen de Zapatero está por los suelos, nadie le considera capaz de sacar a España de la crisis y hasta el sindicato CCOO habla de manifestaciones, por vez primera desde 2004.

Toda la economía española y el mundo de la empresa viven bajo esa sombra, la de la convicción que Zapatero es un desastre que nos lleva al desastre y que, por tanto, debe dimitir. Según el interlocutor, permanezca a la derecha o la izquierda las soluciones son distintas.

La primera, una remodelación del Gobierno: eso sólo lo mantiene aquel socialista con cargo, como el manchego José María Barreda o, en privado, el ministro de Fomento, José Blanco. Aquellos que no pueden o no se atreven a pedir algo más.

No obstante, como ya explicáramos en Hispanidad, los hay que, como Felipe González, estarían dispuestos a que ZP permaneciera en La Moncloa si se le acota su poder o lo comparte con ministros del PP y de CIU: el famoso Gobierno de concentración.

La otra posibilidad, que podrían aceptar muchos socialistas, es la de que Zapatero abandonara el cargo y lo dejara en manos de una figura distinta. Y es que, cada vez son más los convencidos, en el PSOE y en la UGT, de que el problema no es el proyecto político o el partido, el problema es el líder.

Por lo demás, si se busca un sustituto de ZP, y se considerara que Patxi López está verde, el candidato es el comisario Joaquín Almunia, verdadero azote de ZP, al que desprecia profundamente, desde 2004.

Pero es difícil convencer al interesado de que abandone voluntariamente el cargo y lo deje en manos de un correligionario. ZP acaba de decir en Washington, ante mandatarios de todo el mundo, que él preside un Gobierno marcado por la eficiencia económica. Lo dice el hombre que ha conseguido un millón de parados en un lapso récord. Zapatero es el único convencido de que lo está haciendo muy bien. Su actitud no es engreída, sino patética.

La tercera, la que desea un crecido PP, es que ZP convoque elecciones. De hecho, el PP calibra la posibilidad de presentar una moción de censura, aunque necesitaría algo más que los votos de CIU para sacarla adelante. Pero la opción no ha sido desechada. Además, Rajoy tampoco desdeña la idea de un Gobierno de concentración frente a la crisis y frente al ridículo internacional. Y ahí es donde hablan los felipistas, para quienes lo más lógico sería cambiar a ZP por Joaquín Almunia.

Lo que parece más difícil para Rajoy es lograr el apoyo del mundo económico para conseguir la marcha de Zapatero. En privado, banqueros y empresarios coinciden en que este hombre es un desastre pero en público se aferra al optimismo. El mismo Botín aseguró que las polémicas medidas sobre pensiones eran de lo mejor que había hecho el Gobierno.

En la España de hoy sólo hay unanimidad sobre una cosa. ZP debe irse. Y el PP busca que los poderes económicos tomen protagonismo en la batalla y se apunten a quienes piden que ZP se marche.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com