Todo un reto para el conjunto de Europa e Iberoamérica y, especialmente, para España. Benedicto XVI identifica a esos nuevos hombres públicos con los que son coherentes con los valores no negociables, especialmente la vida y el bien común. ¿Cumplen los cargos del PP esos requisitos?
Sí, Benedicto XVI es de los que piensan que, para cristianizar la vida pública, primero hay que evangelizar a la sociedad y, antes que eso, santificar a la Iglesia, clero y fieles, aunque desconozco en qué orden y en qué proporción. El enemigo, viene a decir el pontífice, está dentro.
Pero eso no es óbice para que desprecie lo que podríamos llamar la acción política directa. En efecto, en su mensaje a la cuadragésimo sexta Semana Social de los católicos italianos, ha pedido políticos católicos sin complejos de inferioridad. ¿Por qué lo dirá?
El Pontífice habla de una nueva generación de políticos cristianos. Esto me lleva a sospechar soy reconocido por mi perspicacia- que los actuales políticos en ejercicio no son muy católicos, incluso aquéllos que se confiesan practicantes (no confundir con practicar el sacramento de la confesión). Recientemente, el Papa utilizó un argumento similar: pidió que las universidades católicas sean católicas, lo que, guiado por mi pertinaz agudeza, me llevó a concluir que las actuales universidades católicas no eran muy católicas.
Benedicto XVI identifica la política cristiana con aquélla que guarda coherencia con los valores no negociables que él mismo expuso en su momento: Vida, familia, libertad de los padres para educar a los hijos y Bien Común. Con valores no negociables por lo que, si un político negocia con ellos, no puede llamarse católico. Para que quede más clarito: esa nueva clase política cristiana exige empeñarse en la formación de conciencias cristianas maduras, es decir, ajenas al egoísmo, a la codicia de los bienes y al ansia de carrera y, en cambio, coherentes con la fe profesada, conocedoras de las dinámicas culturales y sociales de este tiempo y capaces de asumir responsabilidades públicas con competencia profesional y espíritu de servicio. Lo del ansia de hacer carrera como opuesto al espíritu cristiano y al bien común tiene su enjundia.
Por cierto, si trasladamos la doctrina papal a España podemos abrir varios e interesantísimos interrogantes. Por ejemplo: ¿pertenece el Partido Popular a ese ámbito católico? Porque ellos dicen que los católicos no pueden votar a otra formación que no sea el PP. Y en consecuencia: ¿Los católicos del PP están siendo coherentes con los valores no negociables, esto es, con sus principios cristianos? La respuesta es tan sencilla que a lo mejor no necesita análisis.
En toda Europa no puede hablarse de una clase política cristiana desde la postguerra mundial. En España, los políticos católicos no sólo sufren complejos de inferioridad sino que muestran unas tragaderas inconmensurables. José María Aznar, Federico Trillo, Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Jorge Fernández y un sinfín de dirigentes del PP deberían examinarse de valores no negociables.
¿Quiénes son fieles a dichos valores empezando por el impostergable derecho a la vida y por la exigente doctrina social de la Iglesia sobre el bien común? Pues me temo que pocos partidos, desde luego no el PP, y todos ellos marginales. Ejemplos: CTC, Alternativa Española, SAIN, Familia y Vida y supongo que alguno más que se me escapa. Lo del PP es aún más grave, por cuanto ha consumado la impostura de relegar a los cristianos en su seno al tiempo que lanza lo que podríamos llamar la campaña ZP como coartada, que podríamos resumir así: Católicos, o votáis al PP o nunca echaremos a Zapatero del poder. Y la campaña les salido bien durante seis lagos años.
Está claro y conste que esto lo digo yo y es mía la responsabilidad de lo dicho- que la traducción a España de las palabras del Papa, es doble: por una parte, los políticos del Partido Popular deben elegir entre coherencia o dimisión. O, se lo concedo, deben crear una corriente dentro del propio PP que no ceda donde no puede ceder: en los valores no negociables.
En segundo lugar, las formaciones, por muy minoritarias que sean, que respetan los valores no negociables, deben dejar al lado sus mezquinas particularidades y unirse para crear una alternativa, en la que no deberían faltar honrados desertores del PP.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com