Insisto: mi única duda es saber si el Papa Francisco morirá en un atentado o será mártir día a día. Pero lean el despacho de la agencia Zenit y repasen el formidable coraje de este porteño: en su telegrama sobre la muerte de Margaret Thatcher (en la imagen), el Papa Francisco asegura que "el servicio público de la fallecida primera ministra se basó en valores cristianos, en la promoción de la libertad global". Y es cierto, pero hay que tener muchos redaños para decirlo. La libertad no es una virtud sino un don de Dios, pero su ejercicio sí es una virtud cristiana, una religión que cree en un hombre creado libre.
Por otra parte, es verdad que el modelo Thatcher se enraizaba en una de sus frases favoritas: "Hay que enseñar a la gente a valerse por sí misma". En efecto, si por liberalismo entendemos relativismo, el liberalismo es lo más contrario al dogma cristiano. Pero si por liberalismo entendemos la defensa de la propiedad privada y el esfuerzo por salir adelante entonces el liberalismo es cristiano. De hecho no hace falta más que poner en práctica económica la idea de la Rerum Novarum de León XIII: la Iglesia quiere propietarios, no proletarios. Sobre todo, pequeños propietarios. Y la segunda idea de la Doctrina Social de la Iglesia también era muy clara: y muy thatcheriana: la subsidiariedad. Ocúpese el Estado de lo que no se puede ocupar el individuo... y nada más. De hecho, se repite que Thatcher se enfrentó a los sindicatos, lo cual es cierto. Sin embargo, se olvida que también se enfrentó a los grandes empresarios y al lobby financiero británico. Por ejemplo, con su política salarial.
A Margaret Thatcher no le gustaba el socialismo porque genera muchos parásitos, si lo prefieren, muchos jetas que se ponen bajo el paraguas de lo público lo que, traducido al 'cristiano' significa aprovecharse del esfuerzo de los demás. O sea, los progresistas.
Ahora bien, que un argentino diga eso de la mujer que comenzó la guerra de las Malvinas demuestra el error de quienes consideraban que el Papa Francisco era un Papa progre. Porque el progre es sectario, y como amante de la paz, a Jorge Mario Bergoglio tuvo que sufrir, y mucho, con la guerra de las Malvinas. Pero eso no le impide reconocer la parte positiva, cristiana, de Margaret Thatcher.
Y no, no era Thatcher una nacionalista imperial, como pretende David Cameron, quien intelectualmente no le llega a la suela de los zapatos, pero que se ha referido a Maggie como la mujer que "devolvió el orgullo a Inglaterra". No, hombre, no. Devolvió el orgullo, más bien la dignidad, a los ingleses, que es muy distinto. Ejemplo, todavía recuerdo cuando una decena de 'hooligans' británicos, seguidores de un equipo de fútbol, fueron detenidos en Mallorca por gamberrismo y conducta obscena. Sus familias se apresuraron a acudir al número 10 de Downing Street para solicitar que su Gobierno intercediera por sus díscolos muchachos ante las autoridades españolas. La respuesta de Maggie todavía se recuerda: ¿Interceder yo por esos gamberros borrachos ¡Que se pudran en la cárcel!
Volviendo a Jorge Mario Bergoglio: hay que ser muy valiente para escribir ese telegrama cuando la presidenta argentina, Cristina Fernández, ni se ha dignado enviar un telegrama a Londres por la muerte de Thatcher.
Sí, me temo que el Papa Francisco me lo van a crucificar. Hay que rezar por él. Rezar por él y reírnos un pelín de quienes pretendían haber colocado a un modernista al frente de la Iglesia.
Eulogio López
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