Se decía de Andrei Gromyko, el eterno ministro de Exteriores de la URSS, que si sus superiores se lo ordenaran se sentaría sobre un trozo de hielo.

Lo mismo puede decirse del sustituto de Alberto Ruiz Gallardón como ministro de Justicia, Rafael Catalá. Un hombre de ideario acuoso -para entendernos, de la escuela Rajoy- y bienmandado. Hará lo que le digan, ya sea con la reforma del aborto o con la reforma de la Justicia. Es decir, no hará nada.

Catalá, como segundo de Pastor es conocido entre los periodistas por hablar mucho y no decir nada. Un perfecto retórico. Su ministerio es especialista en anunciar acuerdos y no cerrar ninguno.

Lentitud en la privatización de AENA y en la liberalización de RENFE, exasperante lentitud en la solución de las radiales.

Hispanidad

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